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Mostrando las entradas etiquetadas como DENUNCIAS

HISTORIA DEL HOMBRE QUE VIVE TODAVÍA ESCRITO POR BIBLIOTECA EL ABRIL 2, 2013. POSTEADO EN LECTURAS RECOMENDADAS Por Julia Comba

6ª PARTE Graciela nunca había visto morir a alguien. Estaba nerviosa pero volvió igual a la comisaría para asentar su testimonio. El sumariante anotó solo sus datos: nunca le tomaron la denuncia por escrito. Lo que sí hicieron fue falsear su testimonio, abrirle una causa a Claudio por resistencia a la autoridad, inventar que desde la Escuela le dispararon al móvil –los testimonios de los policías después no coincidieron- y hasta falsear pruebas de manera torpe: se hicieron disparos al móvil n° 2270 que, según la pericia, uno era “en paralelismo” y otro en ángulo de abajo hacia arriba. No se dieron cuenta de que no es posible disparar así desde arriba de un techo. -Lo que la Justicia santafesina nunca hizo es investigar cómo fue la cadena de mandos -dice Celeste indignada. Simón dibuja y ella, para entretenerlo, le pide que haga un camino –un camino- y un puente. Y a mí eso me sorprende. El camino se les hizo difícil allá en el 2002 cuando –después de seis meses- comenzaron

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5ª PARTE La Escuela n° 756 queda en Las Flores, uno de los barrios más humildes de Rosario, tiene las paredes blancas despintadas, las aberturas verde inglés y se ubica en el cruce de dos calles donde abundan los carros tirados por caballos y los perros. Mari, la portera, me recibe y dice que conocía a Claudio, pero no mucho, porque hacían turnos diferentes. Es petisa y como amontonadita, algo encorvada. Tendrá cerca de 65 años y camina con pasitos cortos, balanceando su cuerpo de un lado a otro. Lleva el pelo recogido en un rodete prolijo, muy a lo portera. Mari se enteró de la muerte de Pocho por televisión. Aquella tarde sus amigas la llamaban por teléfono porque veían gente y policías en la escuela. Querían saber qué pasaba. Pero ella no sabía: - El barrio era todo corridas, se escuchaban tiros. Así que me quedé en casa. -recuerda mientras me acompaña a ver el mural que se hizo en la parte trasera de la escuela, la que da a la colectora de la Av. Circunvalación, un calle

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4ª PARTE Rosario se despereza este 19 de diciembre de 2001 con movilizaciones de vecinos que piden comida y desocupados que reclaman el pago de sus Planes Trabajar adeudados desde octubre. Hace mucho calor este miércoles y todo está más tenso que de costumbre. Desde hace unos días se suceden intentos de robos y saqueos en diferentes ciudades del país. En Rosario comenzaron el viernes 14 y desde entonces se prometen bolsones con mercadería. Las personas corren detrás de los rumores y se agolpan en las puertas de los supermercados. Nadie sabe nada con certeza. La tercera parte de la población del país es pobre y el gobierno de Fernando De La Rúa, que ya lleva dos años, no hizo más que anunciar un recorte detrás de otro. Rige la Ley de Convertibilidad –paridad fija entre el peso y el dólar-, herencia del mandato anterior cuando gobernaba el de apellido capicúa. En mayo del 2000, la Central General de Trabajadores convoca al primero de siete paros para protestar contra la Ley de Ref

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3ª PARTE En enero de 2002 las paredes de la ciudad de Rosario comenzaron a amanecer pintadas con una leyenda: Pocho Vive. La gente no entendía. Algunos pensaron en Perón. Las pintadas no llevaban firma. Al poco tiempo se empezó a correr la versión de que ese tal Pocho era un flaco que andaba mucho en bicicleta, que vivía y trabajaba en las villas y que había sido asesinado por la policía del entonces Gobernador Reutemann en diciembre de 2001. - No sabíamos quién las hacía pero nos empezamos a sumar. Después supimos que gente de otras organizaciones o gente que no se identifica con ninguna, que lo han conocido o no, habían salido a pintar -dice Lucas García, uno de los adolescentes con quien Claudio trabajó en Ludueña y que ahora, junto a muchos otros jóvenes, mantienen abierto el Centro Cultural Casa de Pocho en el mismo rancho donde él vivía. Hace casi diez años que la policía mató a Lepratti y a otras seis personas aquel 19 en Rosario. Y también hace casi diez años que sigue

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2ª PARTE Cuando Dalis Bel parió a su primer hijo, el 27 de febrero de 1966, en Concepción del Uruguay, no sabía –no podía saber- que ese niño llamado Claudio iba a convertirse, años después, en otra ciudad y en otra provincia, en un símbolo de lucha y entrega para tanta gente. Ni Dalis ni Orlando podían saberlo así que, mientras tanto, tuvieron y criaron a otros cinco hijos en la tranquilidad del campo entrerriano. Los Lepratti eran una familia de campesinos humildes que al principio vivían sólo de la agricultura, después tuvieron que sumar la avicultura, hasta que llegaron los ’90, la pizza con champagne y la crisis de su producción. Orlando sobrevivió con changas. Los seis hijos cursaron la primaria en una escuela rural de la zona. Cuando Claudió terminó, se mudó a Herrera, a casa de un tío y padrino suyo para comenzar la secundaria. Al año se fue, tomó pensión en Concepción y cursó sus estudios en el Colegio “Santa Teresa”, una escuela religiosa de la Orden Salesiana. Los f

HISTORIA DEL HOMBRE QUE VIVE TODAVÍA ESCRITO POR BIBLIOTECA EL ABRIL 2, 2013. POSTEADO EN LECTURAS RECOMENDADAS Por Julia Comba

1ª PARTE Las paredes de la ciudad de Rosario amanecen pintadas con la leyenda “Pocho Vive” y decoradas con esténcils de un ángel que anda en bicicleta, desde hace ya diez años. Los rosarinos saben, los turistas se sorprenden. Esta es la historia de Claudio Pocho Lepratti, un militante social que fue asesinado por la policía durante la crisis de 2001 pero quiso seguir viviendo. El 19 de diciembre de 2001 Celeste Lepratti deseaba volver a su casa. Se tomó el colectivo en Concepción del Uruguay, Entre Ríos, y recorrió, una vez más, los pocos kilómetros que la separaban de Colonia de los Ceibos donde vivía con su familia. Llegó a la tardecita. Estaba sorprendida y conmovida por los saqueos del día anterior en Concepción, esa pequeña ciudad a la que los medios nacionales presentaron como “el primer lugar saqueado del país”. pocho3 En el campo estaban Dalis, su madre, y Osvaldo, uno de sus hermanos. Claudio, el hermano mayor, vivía en Rosario desde hacía tiempo y los visitaba, con s