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Mostrando entradas de mayo, 2012

CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA © Copyright 2005 - Libreria Editrice Vaticana

PRIMERA PARTE : LA PROFESIÓN DE LA FE : PRIMERA SECCIÓN : «CREO»-«CREEMOS» : CAPÍTULO SEGUNDO : DIOS AL ENCUENTRO DEL HOMBRE : ARTÍCULO 3 : LA SAGRADA ESCRITURA : I Cristo, palabra única de la Sagrada Escritura : 101 En la condescendencia de su bondad, Dios, para revelarse a los hombres, les habla en palabras humanas: «La palabra de Dios, expresada en lenguas humanas, se hace semejante al lenguaje humano, como la Palabra del eterno Padre asumiendo nuestra débil condición humana, se hizo semejante a los hombres» (DV 13). 102 A través de todas las palabras de la sagrada Escritura, Dios dice sólo una palabra, su Verbo único, en quien él se da a conocer en plenitud (cf. Hb 1,1-3): «Recordad que es una misma Palabra de Dios la que se extiende en todas las escrituras, que es un mismo Verbo que resuena en la boca de todos los escritores sagrados, el que, siendo al comienzo Dios junto a Dios, no necesita sílabas porque no está sometido al tiempo (San Agustín, Enarratio in Psalmum,

CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA © Copyright 2005 - Libreria Editrice Vaticana

PRIMERA PARTE: LA PROFESIÓN DE LA FE PRIMERA SECCIÓN: «CREO»-«CREEMOS» CAPÍTULO SEGUNDO: DIOS AL ENCUENTRO DEL HOMBRE ARTÍCULO 2: LA TRANSMISIÓN DE LA REVELACIÓN DIVINA 74 Dios "quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad" ( 1 Tim 2,4), es decir, al conocimiento de Cristo Jesús (cf. Jn 14,6). Es preciso, pues, que Cristo sea anunciado a todos los pueblos y a todos los hombres y que así la Revelación llegue hasta los confines del mundo: «Dios quiso que lo que había revelado para salvación de todos los pueblos se conservara por siempre íntegro y fuera transmitido a todas las generaciones» (DV 7). I La Tradición apostólica 75 "Cristo nuestro Señor, en quien alcanza su plenitud toda la Revelación de Dios, mandó a los Apóstoles predicar a todos los hombres el Evangelio como fuente de toda verdad salvadora y de toda norma de conducta, comunicándoles así los bienes divinos: el Evangelio prometido por los profetas, que Él mis

Catecismo de la Iglesia Católica © Copyright 2005 - Libreria Editrice Vaticana

PRIMERA PARTE: LA PROFESIÓN DE LA FE PRIMERA SECCIÓN: «CREO»-«CREEMOS» CAPÍTULO SEGUNDO: DIOS AL ENCUENTRO DEL HOMBRE 50 Mediante la razón natural, el hombre puede conocer a Dios con certeza a partir de sus obras. Pero existe otro orden de conocimiento que el hombre no puede de ningún modo alcanzar por sus propias fuerzas, el de la Revelación divina (cf. Concilio Vaticano I: DS 3015). Por una decisión enteramente libre, Dios se revela y se da al hombre. Lo hace revelando su misterio, su designio benevolente que estableció desde la eternidad en Cristo en favor de todos los hombres. Revela plenamente su designio enviando a su Hijo amado, nuestro Señor Jesucristo, y al Espíritu Santo. ARTÍCULO 1: LA REVELACIÓN DE DIOS: I Dios revela su designio amoroso 51 "Dispuso Dios en su sabiduría revelarse a sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad, mediante el cual los hombres, por medio de Cristo, Verbo encarnado, tienen acceso al Padre en el Espíritu Santo y se hacen c

La catequesis debe vencer al analfabetismo religioso:

Mabel Testini De: Jorge Alvarez Enviado: viernes, 11 de mayo de 2012 16:28 Asunto: LA CATEQUESIS DEBE VENCER AL ANALFABETISMO RELIGIOSO La catequesis debe vencer al analfabetismo religioso : Homilía del cardenal Mauro Piacenza en el Congreso Internacional europeo sobre la Catequesis ROMA, Viernes, 11 de mayo 2012 (ZENIT.org).- Ofrecemos a nuestros lectores la homilía del prefecto de la Congregación para el Clero, cardenal Mauro Piacenza, durante la celebración eucarística celebrada el pasado martes 8 de mayo, en el marco del Congreso Internacional sobre la catequesis, organizado en Roma por el Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa (CCEE), que tuvo como título «Iniciación cristiana y nueva Evangelización». ********** [Hch. 14,19-28; Sal. 144; Jn. 14,27-31] Venerados Hermanos y Queridísimos amigos. Estoy muy contento de poder celebrar con vosotros esta Eucaristía durante vuestro Congreso. Es de destacar el notable y providencial significado, que la

¡Sagrado corazón de Jesús en vos confío!

La oración de la Iglesia venera y honra al Corazón de Jesús, como invoca su Santísimo Nombre. Adora al Verbo encarnado y a su Corazón que, por amor a los hombres, se dejó traspasar por nuestros pecados. Catecismo de la Iglesia Católica, 2669 Jesús, durante su vida, su agonía y su pasión nos ha conocido y amado a todos y a cada uno de nosotros y se ha entregado por cada uno de nosotros: "El Hijo de Dios me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Ga 2, 20). Nos ha amado a todos con un corazón humano. Por esta razón, el sagrado Corazón de Jesús, traspasado por nuestros pecados y para nuestra salvación (cf. Jn 19, 34), "es considerado como el principal indicador y símbolo...del amor con que el divino Redentor ama continuamente al eterno Padre y a todos los hombres (Pío XII, Enc."Haurietis aquas": DS 3924; cf. DS 3812). Catecismo de la Iglesia Católica, 478 La difusión de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús se debe a santa Margarita de Ala

CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA © Copyright 2005 - Libreria Editrice Vaticana

CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA PRÓLOGO: "PADRE, esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero y a tu enviado Jesucristo" (Jn 17,3). "Dios, nuestro Salvador... quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad" (1Tm 2,3-4). "No hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos" (Hch 4,12), sino el nombre de Jesús. I. La vida del hombre: conocer y amar a Dios 1Dios, infinitamente perfecto y bienaventurado en sí mismo, en un designio de pura bondad ha creado libremente al hombre para hacerle partícipe de su vida bienaventurada. Por eso, en todo tiempo y en todo lugar, se hace cercano del hombre: le llama y le ayuda a buscarle, a conocerle y a amarle con todas sus fuerzas. Convoca a todos los hombres, que el pecado dispersó, a la unidad de su familia, la Iglesia. Para lograrlo, llegada la plenitud de los tiempos, envió a su Hijo como Redentor y Salv