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Mostrando entradas de julio, 2011

CONOCIMIENTO DE LA DOCTRINA CRISTIANA

1. ¿Podemos conocer a Dios? Dios es espiritual y nadie puede verlo ni tocarlo. Sin embargo, hay dos modos de conocer a Dios: observando sus obras y accediendo a las manifestaciones divinas. 2. ¿Observando sus obras? Conocemos a los fenicios, faraones, etc., estudiando sus restos arqueológicos. De modo similar, observando la creación llegamos al Creador. Por ejemplo, basta ver una noche estrellada para reconocer la sabiduría de quien ha organizado el universo. 3. ¿Dios se ha manifestado? El Señor se ha revelado a los hombres a través de profetas y santos, y sobre todo con la venida del Hijo de Dios al mundo. 4. ¿Cómo sabemos que es Dios el que habla? Las manifestaciones divinas van acompañadas de hechos portentosos (milagros) que avalan el origen divino. 5. ¿Dónde se conserva la revelación divina? El antiguo testamento y las tradiciones judías fueron el inicio. Nuestro Señor Jesucristo culminó la revelación, y encargó a los Apóstoles que transmitieran sus enseñanzas. Ellos lo hicier

LA RELIGIÓN VERDADERA

* A. Una sola religión. * B. ¿Cómo reconocer la verdadera religión? A. UNA SOLA RELIGIÓN VERDADERA 1. Requisitos para encontrar la verdadera religión.- Quien no conoce la religión verdadera y desea encontrarla debe cumplir un requisito imprescindible: buscar. Y esto exige varias condiciones: * Aceptar la existencia de Dios.- Si esto no se admite, se rechazarán todas las religiones. * Aceptar que hay un solo Dios.- Si hubiera varios dioses, cada uno tendría su religión. Pero no es posible que haya varios omnipotentes, ni varios seres perfectos (¿en qué perfección se diferencian?). * Aceptar que Dios es bueno.- Y en consecuencia ayuda a sus criaturas a encontrar el camino de la felicidad. Por tanto, debe existir una religión verdadera que contenga los mandatos, consejos y dones que hacen feliz al hombre. * Finalmente, para encontrar la religión verdadera es preciso buena voluntad y buena conducta, pues los malos hábitos dificultan encontrar la verdad. 2. ¿La r

A pesar de los errores

Era una mañana como cualquier otra. Yo, como siempre, estaba de mal humor. Te regañé porque estabas tardando demasiado en desayunar, te grité porque no parabas de jugar con los cubiertos y te reprendí porque masticabas con la boca abierta. Comenzaste a refunfuñar y entonces derramaste la leche sobre tu ropa. Furiosa te levanté por los cabellos y te empujé violentamente para que fueras a cambiarte de inmediato. Camino a la escuela no hablaste. Sentado en el asiento del auto llevabas la mirada perdida. Te despediste de mí tímidamente y yo sólo te advertí que no te portaras mal. Por la tarde, cuando regresé a casa después de un día de mucho trabajo, te encontré jugando en el jardín. Llevabas puestos unos pantalones nuevos y estabas sucio y mojado. Frente a tus amiguitos te dije que debías cuidar la ropa y los zapatos, porque parecía no interesarte mucho el sacrificio de tus padres para vestirte. Te hice entrar en la casa para que te cambiaras de ropa y mientras marchabas delante de mí t

El ruido de las carretas

Un día salí de paseo con mi padre… De pronto, él se detuvo en una curva y después de un pequeño silencio me preguntó: -Además del cantar de los pájaros, ¿Oyes algo más? Agudicé mis oídos y después de unos segundos le respondí:- Sólo escucho el ruido de una carreta. -Eso es, dijo mi padre. Es una carreta vacía. Entonces le pregunté con curiosidad: ¿Cómo sabes que es una carreta vacía, si no la vemos? -Es muy fácil, sé que está vacía por el ruido. Cuanto más vacía está la carreta, más ruido hace. Crecí y me hice un hombre. Cada vez que escucho a una persona hablando demasiado, interrumpiendo la conversación de los demás, presumiendo de lo que tiene o de lo que sabe, prepotente y menospreciando al resto de las personas que lo rodean, tengo la impresión de oír la voz de mi padre diciendo: Cuanto más vacía está la carreta, más ruido hace. La humildad consiste en callar nuestras virtudes y permitirle a los demás descubrirlas. Piensa que existen personas tan pobres, que lo único que t