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REFLEXIONES:

Mateo 22,1-14.
Reflexión: Hoy también el Señor nos invita a las Bodas, es decir al Cielo, donde se celebrará el eterno banquete nupcial de Cristo con su Iglesia. Es decir, Dios nos está llamando e invitando a la conversión, a que cambiemos de vida y empecemos a vivir cristianamente, cumpliendo los diez mandamientos y las enseñanzas de Jesús en el Evangelio. Pero muchos de nosotros no escuchamos este llamado, que nos llega a través de los profetas, que hoy son los sacerdotes, los buenos amigos, la Virgen con sus apariciones, etc.; y cada uno sigue haciendo lo suyo sin importarle el llamado tan insistente del Padre. Dejemos entonces todo lo que es secundario y atendamos este llamado, pues no sabemos hasta cuándo el Señor tendrá paciencia con nosotros y nos esperará. Hoy es tiempo de conversión y misericordia. Comencemos hoy a vivir santamente.
Pidamos a la Santísima Virgen la gracia de atender los llamados de Dios y tomarnos en serio la vida cristiana.
Jesús, María, os amo, salvad las almas.
Leer el comentario del Evangelio por: San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
Sermón 90; PL 38, 559s
Revestir el traje de bodas
¿Cuál es el traje de bodas del cual habla el Evangelio? Ciertamente que este traje es una cosa que sólo la poseen los buenos, los que han de participar del festín... ¿Serán los sacramentos? ¿el bautismo? Sin el bautismo nadie llega a Dios, pero algunos reciben el bautismo y no llegan a Dios... ¿Es el altar o lo que se recibe del altar? Pero recibiendo el Cuerpo de Cristo algunos comen y beben su propia condenación  (1C 11,29). ¿Qué es, pues?, ¿el ayuno? Los malos ayunan también. ¿El frecuentar la Iglesia? Los malos van a la Iglesia como los demás...
¿Qué es, pues, este traje de bodas? El apóstol Pablo nos dice: «El fin de los mandamientos es la caridad que procede de un corazón limpio, de una conciencia recta y de una fe sincera» (1Tm 1,5). Éste es el traje de bodas. No se trata de un amor cualquiera, porque a menudo se ven a hombres deshonestos amar a otros..., pero no se ve en ellos esta caridad «que nace de un corazón limpio, de una conciencia recta y de una fe sincera»; pues esta caridad es el traje de bodas.

«Ya podría yo hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles, dice el apóstol, si no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o unos platillos que aturden...Ya podría tener el don de predicción y conocer todos los secretos y todo el saber; podría tener fe como para mover montañas; si no tengo amor no soy nada» (1C 13, 1-2)...Ya podría yo tener todo esto, dice, sin Cristo «No soy nada»... ¿Cuántos bienes son inútiles si un solo bien falta! Si no tengo amor, aunque distribuyera todos mis bienes, confesara a Cristo hasta derramar la sangre por él (1C 13,3), de nada me serviría todo ello, puesto que puedo obrar así por amor a la gloria... «Si me falta el amor, no sirve para nada». Éste es el traje de bodas. Examinaos: si lo tenéis, acercaos confiadamente al banquete del Señor.






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