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Liturgia


El Evangelio De Hoy domingo 28 De abril De 2013.
V DOMINGO DE PASCUA.
¡Bienvenidos. Hermanos y hermanas en Cristo Jesús!
“El Señor este con Uds.”.Nos hemos reunido para leer la Palabra y alimentarnos de Cristo Resucitado que fortalece nuestra vida y nos compromete a vivir y a llevar una vida Espiritual llena de amor y paz.
Con alegría leamos la palabra.
Habla Señor, qué tu siervo escucha”.
Señor, creo en las Sagradas Escrituras que voy a leer, se que contiene Tu Santa Palabra. Haz que la escuche con todo respeto y amor. Ilumina mi mente para que por medio de ella yo conozca Tu Santa voluntad, y mueve mi corazón para que yo cumpla con fidelidad lo que Tú quieres de mí. Espíritu Santo, ilumina con Tu luz mi cabeza y enciende mi corazón para que la palabra de Dios pueda entrar y quedarse siempre en mí, para conocer por medio de Tu Palabra, Tu Divina voluntad, lo que puedo y debo lo, que debo y puedo modificar, y que no depende de mi cambiar, como debo conducirme en los acontecimientos de la vida. Señor, aquí tienes mi corazón abierto, dispuesto a Escuchar Tu Palabra con corazón sencillo y con la voluntad decidida para obedecerle...En TI esta la Luz y la salvación. Amen, y Amen.


Primera Lectura.
Hechos de los apóstoles 14, 21b-27 
*Contaron a la Iglesia lo que Dios había hecho por medio de ellos*
En aquellos días, Pablo y Bernabé volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, animando a los discípulos y exhortándolos a perseverar en la fe, diciéndoles que hay que pasar mucho para entrar en el reino de Dios. 
En cada Iglesia designaban presbíteros, oraban, ayunaban y los encomendaban al Señor, en quien habían creído. Atravesaron Pisidia y llegaron a Pánfila. Predicaron en Perge, bajaron a Atalía y allí se embarcaron para Antioquía, de donde los habían enviado, con la gracia de Dios, a la misión que acababan de cumplir. 
Al llegar, reunieron a la Iglesia, les contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe. 
Palabra de Dios.
Meditación
El libro de los Hechos nos sigue presentado el éxito misionero de Pablo y Bernabé entre los gentiles, pues “Dios les había abierto la puerta a los no judíos para que también ellos pudieran creer”. Sus desvelos misioneros serían fuente de esa propagación del Evangelio que, extendiéndose a lo ancho del mundo “gentil”, llegaría hasta nosotros.
Pablo y Bernabé no se contentan con anunciar el evangelio. En un segundo tiempo, algunos años después de su viaje de ida, vuelven, fundan comunidades estructuradas y designan a «ancianos» para jefes de las mismas. El término «anciano» traduce el término griego "presbitre"
La Fe no es un tesoro material, que un día se recibe y queda tal cual... Es una vida que puede consolidarse o debilitarse... que puede crecer o morir. Pablo es consciente de ello. Retoma hacia los nuevos conversos para afianzarlos en la fe.
La fe no suprime la tribulación. El sufrimiento acompaña al cristiano, como a todo ser humano, pero su sufrimiento puede tener sentido: sabemos que es un «paso», un momento doloroso que conduce al Reino, es decir, a la felicidad total junto a Dios. Pablo ya se atrevía a decir esas cosas a los recién convertidos.




Salmo: 144
*Bendeciré tu nombre por siempre jamás, Dios mío, mi rey.*
El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas. 
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas. 
Explicando tus hazañas a los hombres, la gloria y majestad de tu reinado. Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad.




Segunda lectura
Apocalipsis 21, 1-5a 
*Dios enjugará las lágrimas de sus ojos*
Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra han pasado, y el mar ya no existe. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se adorna para su esposo. Y escuché una voz potente que decía desde el trono: "Ésta es la morada de Dios con los hombres: acampará entre ellos. Ellos serán su pueblo, y Dios estará con ellos y será su Dios. Enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor. Porque el primer mundo ha pasado." Y el que estaba sentado en el trono dijo: "Todo lo hago nuevo." 
Palabra de Dios.
Meditación
Por su parte Juan, el vidente de Patmos, alienta nuestra esperanza con su magnífica visión de “un cielo nuevo y una tierra nueva”, como la gran meta de nuestros esfuerzos por transformar las realidades de muerte que nos rodean y redimir al mundo con la fuerza vital arrolladora del Resucitado. Una nueva realidad de justicia, paz y amor fraterno habrá de traer “la nueva Jerusalén que descendía del cielo enviada por Dios y engalanada como una novia”. Es la esperanza maravillosa que podemos enarbolar frente a los catastrofistas que nos amenazan con una destrucción inexorable del mundo, sobre la base de supuestas profecías que en nada se condicen con las promesas de la Nueva Alianza que Cristo ha sellado con su pasión y su triunfo sobre la muerte. “Esta es la morada de Dios con los hombres –señala un entusiasmado Juan-; acampará entre ellos. Serán su pueblo, y Dios estará con ellos. Enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor. Porque el primer mundo ha pasado. El que estaba sentado sobre el trono dijo: Ahora hago el universo nuevo”.
Esto es lo que se describe en la segunda lectura, en unión estrecha con el evangelio. La Ciudad nueva, la nueva Jerusalén, la Iglesia, tierra nueva, morada de Dios con los hombres: tal es la visión de Juan. Todo es renovado: "Ahora hago el universo nuevo". Indudablemente, no se debe confundir la Iglesia con el reino definitivo. En la Iglesia actual, si es verdad que es morada de Dios con los hombres, sin embargo aún hay muertes, aún hay lágrimas en los ojos, aún hay llantos, alaridos, tristeza. No obstante, hacia aquella Jerusalén definitiva camina la Iglesia y se nos manda a nosotros caminar, confiados en que el éxito coronará los misterios de Cristo.




Santo Evangelio:
Juan 13, 31-33a. 34-35 
*Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros*
Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús: "Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. 
Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. 
Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también entre vosotros. La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros." 
Palabra del Señor.
Reflexión
El evangelio nos presenta unos cuantos versículos del gran discurso de despedida de Jesús en la noche de la Cena, donde el Maestro entrega su testamento espiritual a los discípulos: el gran mandato del amor como signo visible de la adhesión de sus discípulos a él y de la vivencia real y afectiva de la fraternidad. El mundo podrá identificar de qué comunidad se trata si los discípulos guardan entre sí este mandato del amor. Jesús rescata la Ley, pero le pone como medio de cumplimiento el amor; quien ama demuestra que está cumpliendo con los demás preceptos de la Ley. Es posible que en la comunidad primitiva se hubiera discutido cuál debía ser su distintivo propio e inequívoco. Para eso apelan a las palabras mismas de Jesús. En un mundo cargado de egoísmo, de envidias, rencores y odios, la comunidad está llamada a dar testimonio de otra realidad completamente nueva y distinta: el testimonio del amor. 
Una de las principales causas por las que tantos cristianos abandonan la Iglesia radica justamente en la falta de un testimonio mucho más abierto y decidido respecto al amor. Con mucha frecuencia nuestras comunidades son verdaderos campos de batalla donde nos enfrentamos unos contra otros; donde no reconocemos en el otro la imagen de Dios. Y eso afecta la fe y la buena voluntad de muchos creyentes. Por cierto, no se trata de que nuestras comunidades y agrupaciones sean totalmente ajenas al conflicto, no; el conflicto es necesario en cierta medida, porque a partir de él se puede crear un ambiente de discernimiento, de acrisolamiento de la fe y de las convicciones más profundas respecto al Evangelio; en el conflicto –llevado en términos de respeto y amor cristiano mutuo- aprendemos justamente el valor de la tolerancia, del respeto a la diversidad, y el mejoramiento de nuestra manera de entender y practicar el amor. Del conflicto así entendido -inevitable donde hay más de una persona-, es posible hacer el espacio para construir y crecer. Para ello hacen falta la fe, la apertura al cambio y, sobre todo, la disposición de ser llenados por la fuerza viva de Jesús. Sólo en esa medida nuestra vida humana y cristiana va adquiriendo cada vez mayor sentido y va convirtiéndose en testimonio auténtico de evangelización.
El amor de Jesús es el modelo a seguir: un amor gratuito, servicial, humilde, compasivo, paciente... un amor capaz de perdonarlo todo, en todas las ocasiones, a todos... un amor sin límites, que no se detiene ante el sufrimiento y la muerte.
El amor de Jesús, además de ser el modelo, es la fuerza. Acoger, experimentar y agradecer el amor de Jesús, el amor de Dios, nos da fuerza, nos capacita para amar cada día más y mejor.
El amor es la señal por la que conocerán a los cristianos. ¿Si no hay amor, de qué sirven las celebraciones y las iglesias, los sermones y discursos, los compromisos y las reuniones? Si no hay amor, todo es inútil. Al atardecer de la vida seremos examinados en el amor. Y el que aprueba este examen se salva, es feliz, es un hijo bueno del Dios Amor.
Acojamos este domingo el mandamiento del amor como presencia de Cristo en nuestros corazones. Acojamos la fe en el Cristo resucitado, que suscita un dinamismo intenso de esperanza y de amor.


Señor, perdona y cura nuestra falta de amor
Enséñanos a amar por encima de todo y en todas las cosas.
Jesús, concédeme amarte con todo mi corazón, con toda mi alma y con todas mis fuerzas.
Jesús mío, tu vida es un continuo testimonio de amor. Perdonas a tus enemigos e incluso oras por ellos. Mi amor debe ser un reflejo de tu amor, pero me doy cuenta de que puedo amar mucho más de lo que he amado hasta ahora. Ayúdame hoy a aumentar mi amor a Ti y a los demás y dejar de lado mi egoísmo que me frena para amar en la medida de tu mismo amor.
Gracias Señor por elegir el amor como camino de salvación
Señor Jesucristo, te necesito. Te abro la puerta de mi vida y te recibo como mi Señor y Salvador. Gracias por perdonar mis pecados. Toma el control del trono de mi vida. Hazme la clase de persona que quieres que sea.” Padre lleno de amor, tú que te complaces en la misericordia y no te dejas ganar en generosidad y compasión, perdona siempre nuestras faltas y todo aquello con lo que herimos a tus hijos alejándonos así de tu casa y de tu mesa, así, con la luz de tu Espíritu Santo reconoceremos que tu amor es más grande que nuestras faltas y volveremos a ti con un corazón contrito y humillado. Gloria y alabanza a ti, Señor. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amen, y Amen.
GRACIAS SEÑOR POR ESCUCHARNOS.

Hermes Sarmiento G.
De Colombia
Cristiano católico

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