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Divinas Vocaciones Religiosas




"Caminando por la orilla del mar de Galilea, vio a dos hermanos: A Simón, llamado Pedro, y a su hermano Andrés, echando las redes en el mar pues eran pescadores. Y les dijo: Venid conmigo y os haré pescadores de hombres. Ellos, al instante, dejando las redes lo siguieron". (Mt 4, 18-20)
Ermitaños: "Vi todas las redes del enemigo desplegadas sobre la tierra y pregunté gimiendo: ¿Quién puede pasar a través de estas trampas? Entonces escuché una voz responderme: La humildad". (S. Antonio Abad)

Los eremitas o ermitaños, también llamados anacoretas, surgieron en Egipto y en otros lugares de la cuenca mediterránea a partir del siglo III. Ermitaños célebres de los primeros tiempos fueron San Pablo y San Antonio Abad. Especial importancia tuvieron los Padres del Desierto, pues dejaron una rica herencia espiritual, recogida en los Apotegmas o Dichos de los Padres. Los eremitas dejaron el mundo para buscar a Dios en la oración, la soledad, la penitencia y la pobreza. A partir de la vida eremítica se desarrolló posteriormente el monacato, y los ermitaños fueron integrándose en los distintos cenobios, donde cabía la posibilidad de retirarse, una vez comprobado el espíritu (como exige San Benito), a errmitas cercanas a los monasterios. La Iglesia reconoce la vida eremítica o anacorética, en la cual los fieles, con un apartamiento más estricto del mundo, el silencio de la soledad, la oración asidua y la penitencia, dedican su vida a la alabanza de Dios y salvación del mundo. Un ermitaño es reconocido por el derecho como entregado a Dios dentro de la vida consagrada, si profesa públicamente los tres consejos evangélicos, corroborados mediante voto u otro vínculo sagrado, en manos del obispo diocesano, y sigue su forma propia de vida bajo la dirección de este». (CIC 603) Durante los siglos X-XIII, se dio un florecer de la vida eremítica, tendencia que siempre ha estado presente en la Iglesia aunque con diversa intensidad. Podemos establecer cuatro grandes grupos relacionados con el eremitismo:

a) Eremitismo monástico: En algunos monasterios, bien sea de Benedictinos o Cistercienses, después de haberse el monje ejercitado en la vida comunitaria, se tiene la posibilidad de entregarse a la vida eremítica en soledad y oración sin dejar de estar sometido a la obediencia del Abad y a la estabilidad de lugar en que profesó.

b) Eremitismo independiente: Son aquellos eremitas que no están vinculados a ninguna institución monástica, ni profesan Regla alguna. Es actual el fenómeno del eremitismo urbano. Éstos están sujetos a la jurisdicción del Obispo correspondiente.

c) Reclusos: Es la forma de eremitismo más severa. El eremita vive recluido en su celda de la que no sale jamás, incluso llegando a emparedarse en ella. En estas celdas tenían una pequeña ventana por donde seguían los Oficios Litúrgicos y recibían el escaso alimento.

d) Órdenes de carácter semi- eremítico: Se trata de aquellos Institutos Religiosos que conjugan la vida cenobítica y la eremítica dentro de la estabilidad de un monasterio, o en un convento destinado a tal fin. En este tipo de comunidades, los monjes o frailes se reúnen para el Oficio Divino en la iglesia, la Santa Misa, el Capítulo Conventual, las recreaciones normativas y en algunos casos las comidas. Cuando no se está en comunidad, el monje permanece en su celda, dedicado a la oración o a la formación intelectual, o en dependencias entregado al trabajo manual. Veamos algunas de estas Órdenes Religiosas:

 Orden de San Pablo y San Antonio Abad: La tradición coloca su origen en el Obispo Osio de Córdoba, que tras el Concilio de Nicea (325) se habría traído monjes ermitaños orientales a la Península Ibérica. Esta Orden fundó varios eremitorios en España, y aunque siempre fueron relativamente pocos, nunca faltaron las vocaciones. Tras el Concilio de Trento (1545) en que se suprimió la vida eremítica, los ermitaños tuvieron que acceder a incluir en sus vidas ciertos actos comunitarios si no querían ser suprimidos. Hasta los años 40 del s. XX, la vida eremítica se desarrolló con tranquilidad y estabilidad. Sin embargo, comenzaron a escasear las vocaciones y hubo divisiones en la Orden. Unos cuantos la abandonaron para dar inicio a la Congregación de los Fossores de la Misericordia para el cuidado de los cementerios.
Los que quedaron veían disminuir sus efectivos, así que decidieron fusionarse con una Orden vinculada al eremitismo: los Carmelitas Descalzos que seguían este género de vida en sus Santos Desiertos. Se integraron en el Carmelo Descalzo en 1957 con la aprobación de la Santa Sede.

 Camaldulenses: Fundados por San Romualdo en 1012 en Italia, y reformados en 1520 por el Beato Pablo Giustiniani. Lo característico de su carisma es que tratan de conjugar la vida cenobítica benedictina con la eremítica, dando la preferencia a esta última. Cada religioso ocupa una celda, saliendo de ella para el Oficio Divino, que se celebra en la iglesia, las horas de trabajo matutinas, y para las recreaciones comunitarias. El tiempo restante lo pasan en sus celdas, ocupados en la meditación de la Palabra de Dios y en la contemplación de las realidades divinas. Existen una Congregación Camaldulense (160 monjes) afiliada a la Orden de San Benito, y otra independiente llamada de los Ermitaños Camaldulenses del Monte Corona, con 136 monjes. Ésta última, tiene en España un monasterio o yermo: Yermo Camaldulense de "Ntra. Sra. de Herrera". Aptdo. 406 A.P. 09200 Miranda de Ebro- Burgos. Orden de la Cartuja: Iniciada con el ejemplo de vida de San Bruno en el 1100. Es una institución monástica enteramente consagrada a la contemplación, ajena a todo ministerio exterior. No es la Cartuja un Instituto de vida puramente solitaria, sino una mezcla de soledad y vida común. Así lo estableció el Fundador. Por eso ni la soledad ni el silencio son absolutos. Se hallan mitigados por un paseo semanal fuera de Casa, y una o dos recreaciones semanales.
Orden de San Jerónimo: Su origen radica en varios grupos de eremitas españoles e italianos que deseaban imitar la vida de San Jerónimo en comunidad. El Papa Gregorio XI los aprueba en 1373, dándoles como norma de vida la Regla de San Agustín y permitiéndoles llamarse frailes o Ermitaños de San Jerónimo. De tendencia puramente contemplativa, en soledad y silencio, en asidua oración y animosa penitencia, los monjes conjugan la vida solitaria con la dimensión comunitaria.
Carmelitas Descalzos: Los Santos Desiertos carmelitanos son prolongación viva del espíritu de oración, fraternidad y observancia de los Santos Teresa de Jesús y Juan de la Cruz. Son lugares apartados donde el silencio, la austeridad, la paz y la oración son las columnas de un estilo de vida que se mueve entre lo monacal y lo eremítico. Los frailes reparten la jornada entre el Oficio Divino y la oración comunitaria y personal, y los trabajos manuales. En España existen actualmente dos Desiertos: San José de las Batuecas (Cáceres) y San José de Rigada (Cantabria).
- Otros: Otras Órdenes y Congregaciones también tuvieron y algunas mantienen en la actualidad casas de especial recolección y eremitorios, como la Orden de Hermanos Menores o los Hermanos Menores Capuchinos. Nuevos Institutos que han acogido esta dimensión eremítica son los Hermanos y Hermanas de Belén, de la Asunción de la Virgen y de San Bruno, o los Ermitaños Eucarísticos del Padre Celestial.
En España tenemos una Congregación Eremítica de Derecho Diocesano que lleva el nombre en honor de aquella extinta de la que hablamos: Congregación de Ermitaños de San Pablo y San Antonio. Actualmente queda un eremitorio en Valldemossa.
También están los Hermanos Ermitaños de la Virgen del Carmen que desean vivir el primitivo ideal carmelitano de aquellos Santos Padres que se establecieron en el Monte Carmelo para vivir en oración bajo el signo de María Santísima. Contacto: Monasterio de Santa María de los Arenales y San José. 14740 Hornachuelos (Córdoba). Tel. 957 64 05 35






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