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CONOCIMIENTO DE LA DOCTRINA CRISTIANA

1. ¿Podemos conocer a Dios? Dios es espiritual y nadie puede verlo ni tocarlo. Sin embargo, hay dos modos de conocer a Dios: observando sus obras y accediendo a las manifestaciones divinas. 2. ¿Observando sus obras? Conocemos a los fenicios, faraones, etc., estudiando sus restos arqueológicos. De modo similar, observando la creación llegamos al Creador. Por ejemplo, basta ver una noche estrellada para reconocer la sabiduría de quien ha organizado el universo. 3. ¿Dios se ha manifestado? El Señor se ha revelado a los hombres a través de profetas y santos, y sobre todo con la venida del Hijo de Dios al mundo. 4. ¿Cómo sabemos que es Dios el que habla? Las manifestaciones divinas van acompañadas de hechos portentosos (milagros) que avalan el origen divino. 5. ¿Dónde se conserva la revelación divina? El antiguo testamento y las tradiciones judías fueron el inicio. Nuestro Señor Jesucristo culminó la revelación, y encargó a los Apóstoles que transmitieran sus enseñanzas. Ellos lo hicier

LA RELIGIÓN VERDADERA

* A. Una sola religión. * B. ¿Cómo reconocer la verdadera religión? A. UNA SOLA RELIGIÓN VERDADERA 1. Requisitos para encontrar la verdadera religión.- Quien no conoce la religión verdadera y desea encontrarla debe cumplir un requisito imprescindible: buscar. Y esto exige varias condiciones: * Aceptar la existencia de Dios.- Si esto no se admite, se rechazarán todas las religiones. * Aceptar que hay un solo Dios.- Si hubiera varios dioses, cada uno tendría su religión. Pero no es posible que haya varios omnipotentes, ni varios seres perfectos (¿en qué perfección se diferencian?). * Aceptar que Dios es bueno.- Y en consecuencia ayuda a sus criaturas a encontrar el camino de la felicidad. Por tanto, debe existir una religión verdadera que contenga los mandatos, consejos y dones que hacen feliz al hombre. * Finalmente, para encontrar la religión verdadera es preciso buena voluntad y buena conducta, pues los malos hábitos dificultan encontrar la verdad. 2. ¿La r

A pesar de los errores

Era una mañana como cualquier otra. Yo, como siempre, estaba de mal humor. Te regañé porque estabas tardando demasiado en desayunar, te grité porque no parabas de jugar con los cubiertos y te reprendí porque masticabas con la boca abierta. Comenzaste a refunfuñar y entonces derramaste la leche sobre tu ropa. Furiosa te levanté por los cabellos y te empujé violentamente para que fueras a cambiarte de inmediato. Camino a la escuela no hablaste. Sentado en el asiento del auto llevabas la mirada perdida. Te despediste de mí tímidamente y yo sólo te advertí que no te portaras mal. Por la tarde, cuando regresé a casa después de un día de mucho trabajo, te encontré jugando en el jardín. Llevabas puestos unos pantalones nuevos y estabas sucio y mojado. Frente a tus amiguitos te dije que debías cuidar la ropa y los zapatos, porque parecía no interesarte mucho el sacrificio de tus padres para vestirte. Te hice entrar en la casa para que te cambiaras de ropa y mientras marchabas delante de mí t

El ruido de las carretas

Un día salí de paseo con mi padre… De pronto, él se detuvo en una curva y después de un pequeño silencio me preguntó: -Además del cantar de los pájaros, ¿Oyes algo más? Agudicé mis oídos y después de unos segundos le respondí:- Sólo escucho el ruido de una carreta. -Eso es, dijo mi padre. Es una carreta vacía. Entonces le pregunté con curiosidad: ¿Cómo sabes que es una carreta vacía, si no la vemos? -Es muy fácil, sé que está vacía por el ruido. Cuanto más vacía está la carreta, más ruido hace. Crecí y me hice un hombre. Cada vez que escucho a una persona hablando demasiado, interrumpiendo la conversación de los demás, presumiendo de lo que tiene o de lo que sabe, prepotente y menospreciando al resto de las personas que lo rodean, tengo la impresión de oír la voz de mi padre diciendo: Cuanto más vacía está la carreta, más ruido hace. La humildad consiste en callar nuestras virtudes y permitirle a los demás descubrirlas. Piensa que existen personas tan pobres, que lo único que t

Nunca te rindas

Sir Winston Churchill cuando era un muchacho y asistía a la escuela, repitió tres veces el octavo curso, porque le costaba aprender. Es algo irónico que años después, la Universidad de Oxford le pidiera pronunciar el discurso de la fiesta de graduados. Para este acontecimiento llegó con sus acompañantes habituales, un bastón y un sombrero de copa. Mientras se aproximaba al podio, el público le brindó aplausos de aprecio. Churchill, con pausado ademán calmó la multitud, mientras se disponía a hablar ante sus admiradores. Luego colocó el sombrero sobre el atril y mirando directamente a la ansiosa audiencia, gritó con una voz llena de autoridad: ¡Nunca se rindan! Transcurrieron algunos segundos. El auditorio se quedó en silencio. Se levantó puesto de puntillas y gritó nuevamente: ¡Nunca se rindan! Sus palabras retumbaron a través del auditorio. Todos permanecieron inmóviles y callados mientras Churchill alargaba su brazo en busca de su sombrero; ayudándose con su bastón abandonó l

Dios sabe lo que hace

Se cuenta que en Inglaterra, había una pareja a la que le gustaba visitar las pequeñas tien-das del centro de Londres. Una de sus favoritas era la de antigüedades y en una de sus visitas encontraron una hermosa tacita. -¿Me permite ver esa taza?, preguntó la Señora, ¡nunca he visto nada tan fino! En cuanto tuvo en sus manos la taza, ésta comenzó a hablarle: Yo no siempre he sido esta taza que estás sosteniendo. Hace mucho tiempo yo era sólo un montón de barro sin forma. Mi creador me tomó entre sus manos y me amoldó cariñosamente. Llegó un momento en que me desesperé y le grité: Por favor, déjame en paz. Pero sólo me sonrió y me dijo: Aguanta un poco más, todavía no he terminado. Después me puso en un horno. Yo nunca había sentido tanto calor. Me pregunté por qué mi creador quería quemarme, así que toqué la puerta del horno y a través de la ventana del horno pude leer los labios de mi creador que me decía: Aguanta un poco más, todavía no he terminado. Finalmente, mi creador me tomó

"VEN ESPÍRITU SANTO VEN"

¡"Ven, Espíritu Santo, ven y renueva la faz de la tierra! ¡Ven con tus siete regalos! ¡Ven Espíritu de la Vida Espíritu de la Comunión y el Amor! La Iglesia y el mundo te necesitan. Ven, Espíritu Santo, y haz siempre más fructíferos los carismas que nos has concedido en nosotros. Da nueva fuerza y fervor apostólico a estos hijos e hijas tuyos. ... Abre los corazones; renueva su compromiso cristiano al mundo. Conviértelos en mensajeros valientes del Evangelio, testigos del Jesucristo resucitado, Redentor y Salvador. Refuerza su amor y su fidelidad a la Iglesia". ¡Amén