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TU FIDELIDAD…

Mientras los vientos hablen entre murmullos, y la corriente en torbellino se haga río, los árboles florezcan y en sus ramas, y se escuchen el gorjeo de los nidos. Mientras en la tierra germinen las semillas y las aguas transparentes den la calma, y entre el susurro de la mañana clara, descubramos la luz que nos embriaga.. Te alabaré mi Dios con todo el canto, con mi alma en gozo para tenerte, para que revivas en este corazón ingrato y te quedes con tú amor eternamente. Mientras cambien las tormentas en oasis, y las penas en perladas gotitas de rocío, la fuerza del encono que hace bulla, en manso arroyo de perdón sincero. Estarás Señor dentro de mi pobre nada, entregando tú amor como su dueño, como el novio que se abraza a su amada, manteniendo tú fidelidad y tú consuelo… Ana María Capalbo anamaria.capalbo@gmail.com

Jesús

Corazón de mi corazón Vida de mi alma Bálsamo de mis angustias Sosiego de mis torpezas Misericordia de mis pecados Perdón de mis maldades Alegría de mis pesares Agua fresca de mi sed Calma de mis tempestades Arrullo de mis sueños Tranquilidad y paz de mi vida Auxíliame: Condúceme hacia el Amor del Padre y la suavidad amorosa del Espíritu. Guíame por el buen camino de la Gracia al destino de tu Reino. Abre mi corazón Quédate en él Sé mi Esperanza. Amén Alfredo J. Martty marielflorentino@hotmail.com

Para mis Ahijados los Poetas

Para mis Ahijados los Poetas Qué difícil se me hace escribir un poema a cien poetas. Poetas que pasaron por mi vida y dejaron su perfume en poesía. Poetas que hoy extraño aunque me escriban y aunque sé que están ahí no puedo verlos. Cuántos nombres por mi cabeza pasan, y aunque quiera nombrarlos no conviene porque sé que podría olvidarme de alguno y no sería justo. Solo a Hernán y Lis se me permite mencionarlos, por poner la cara por mí y salir al toro. Pedir perdón no debo, una enfermedad no se desea, pero sí agradecerles fuertemente por las oraciones pertinentes que han rezado por mí y yo por ustedes. Este es un largo parto que sufriremos juntos, pero al cabo de los meses necesarios, florecerá en nosotros la criatura y nos reuniremos para festejar el nacimiento que pariremos unidos. Y otra vez entre versos festejaremos que Dios oyó los rezos, y estaré ahí para abrazarlos y decirles con mi voz más fuerte. Queridos Ahijados: Los amo más que a

LLEVANDO LA CRUZ

El cuerpo le va delante. La sombra le sigue atrás. Sus heridas manchan de rojo las calles de la ciudad. La Cruz le pesa, tropieza y cae, su pobre físico no le da más: ¿Padre por qué me abandonas si a nadie le hecho mal? Sabe que el destino es ese y no lo puede esquivar. Que solo así salvará el mundo y al que lo quiera escuchar. Lo clavaron al madero y allí la tierra tembló. Se moría el Rey de Reyes en lo alto de la Cruz. Antes de cerrar sus ojos, su cabeza levantó y a su padre, en un suspiro su pobre alma entregó. Allí moriría el odio y nacería el Amor.

MARÍA EN EL CALVARIO

Ella va detrás de ese martirio, corazón que late acongojado, pisa las piedras hundida en la tortura de la lanza clavada en su costado. Ella desangra su cuerpo aunque camina detrás del hijo maltratado, arrastra su congoja hasta la cima donde Él murió, crucificado. Otras mujeres sollozan la injusticia de ese cuerpo en llagas incrustado, mas la madre tiene la corona de espinas que su frente han traspasado. Ella sabía de esa cruel entrega, de ese dolor cuando el sí fue dado. Ahora se hace brazos que reciben a quien todo lo dio para salvarnos. Elsa Edith Tébere dulce-mami-blue@hotmail.com

¡DATE PRISA SEÑOR!

Date prisa, Señor, mueve tus labios, que brote esa palabra antes que el ocaso sangre sobre la tarde sus trinos adormecidos. Una palabra hecha de perfumes suaves, acariciando el alma, palabra de luz encendiendo la penumbra de la tristeza. Como el día tras la noche. Como el cántaro al sediento. Bebida fresca para la boca de la esperanza. Elsa Tébere dulce-mami-blue@hotmail.com

NOCHE ANUNCIADA

Te acercaste silencioso dibujando tus pisadas, y en la noche toda Santa, despertaste para amar. Y el pesebre se hizo dueño del más sublime gozo, arropando tú presencia que brillaba en el portal. Y los ángeles cantaban y Belén era alborozo, y María te mimaba besando tú humanidad. Como niño haz llegado, “quédate entre nosotros” para entregarnos tú Cielo, a cambio del nuevo amor. Ana María Capalbo Café del abrazo literario anamaria.capalbo@gmail.com