Como certifica la historia de la cultura, el número siete simboliza la totalidad y la perfección tanto de la persona como de los acontecimientos. Perfección y totalidad que no son estáticos, se proyectan hacia el infinito. Atento al entorno cultural del mundo oriental, el Antiguo Testamento recoge la riqueza metafórica del número siete. Habla del candelabro de los siete brazos o de los siete días de la creación. El día séptimo, el sábado, se consagra al Señor; mientras el séptimo año, el año sabático, se convierte en el tiempo especialmente dedicado a contemplar la bondad de Dios, a cultivar la amistad y a desarrollar en el mundo el trabajo por la justicia. El Nuevo Testamento, heredero del valor metafórico del Antiguo Testamento, sigue sumergiéndose en el valor simbólico del número siete. Tal vez sean los escritos de san Juan donde el siete alcanza su mayor profundidad. El Apocalipsis habla de siete estrellas, siete sellos o de los siete espíritus de Dios, entre otros temas. V...
"Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados en el Espíritu Santo que descenderá sobre ustedes y serán mis testigos" Act: 1, 5-8. El Espíritu Santo hace misioneros con el testimonio y con la palabra. Somos elegidos de Dios para llevar su "anuncio" hasta los confines de la tierra. Es una elección personal y un envío intransferible.