Historias de vida, pensamientos para
enfrentar problemas, fortalecer el alma y el espíritu, un dulce maná de
reflexiones para hacer de la realidad un sueño.
Es tiempo de soltar amarras, de dejar atrás
todo lo que me hace daño. Es tiempo de disfrutar más con la gente y conmigo
mismo. Es el mejor momento de permitir que el viento sople bien fuerte, me
sacuda y se lleve el resentimiento, la amargura, la pena… aunque me despeine; y
que mi alma perdone tanto las deudas, como a los deudores.
Es tiempo de que me perdone a mí mismo; ya
me regañé bastante. Fueron muchas las piedras que yo mismo puse en mi camino,
los puentes que dinamité. Como autocastigo estuvo bien, pero ya se terminó,
ahora elijo el camino de la auto aceptación, es muchísimo más económico y
gratificante.
Acepto y entiendo que en esta nueva etapa,
merezco empezar de cero; no quiero cargar con mi antiguo equipaje, solo quiero
iniciar este camino con el alma transparente y un espíritu tranquilo. Lo que venga,
en su momento lo enfrentaré, pero no voy a anticiparme.
Entiendo que por más que me angustie, no
agregaré a mi estatura ni un solo centímetro; es tiempo de relajarme. Dios no
me está juzgando; no es su estilo y además está muy ocupado haciendo otras cosas
más interesantes. Así que ¿Por qué tengo que juzgarme yo?
Es hora de levar anclas, de liberarme de
objetos, de soltar gente, de permitir que los demás sean como quieran ser;
nadie tiene que ser como yo quiero que sea. A partir de ahora me dedicaré a mis
cosas, a desaprender lo que no sirve y a aprender todo lo que necesito para ser
una nueva persona.
De vez en cuando viene muy bien recordar
situaciones y perdonar; recordar mis reacciones, comportamientos y actitudes y
pedir perdón, eso es liberador.
Entre «ser feliz» y «tener razón», elijo lo
primero. Porque he descubierto que tener la razón es el peor de los desgastes,
es una trampa mortal que te quita el sueño intentando corregir a todo el mundo
y enseñarles como tienen que ser las cosas. ¡Agotador!
Es hora de soltar amarras, quiero dejarme
llevar por la vida que me transporta. Quiero empezar con mis prioridades,
quiero que a partir de hoy mi corazón se alegre y salte de emoción, no por las
subidas de la bolsa, sino con el cantar de los pájaros y el amanecer que
anuncia una nueva mañana, como cuando éramos niños. ¿Te acuerdas?
Quiero recuperar esa mentalidad que es
capaz de asombrarse con el intenso amarillo de los girasoles, con el azul del
cielo, con el olor de la tierra húmeda al despertar la mañana.
Es tiempo de soltar amarras y maravillarme.
He estado demasiado ocupado mirando la televisión y me he perdido el
maravilloso espectáculo que Dios ha creado para mi cada día.
¡Qué Ricardito está enojado! No permitiré
que eso afecte mi vida, es su decisión, pero yo elijo mirar la naturaleza, las
hormiguitas y la luna que siempre me sonríe.
¡Qué Marina ya no me quiere! ¿Qué le vamos
a hacer? Ella es libre para decidir y yo también, por eso miro todo lo que Dios
ha hecho por mi, todo lo que ha creado para que lo disfrute y me doy cuenta de
que Él me ama, ¿Qué más necesito?
Afortunadamente, Dios me dio la facultad de
elegir. Elijo incluso controlar a mis propios enemigos, de manera que lo que
hagan o digan no me afecte; es más… he decidido darles vacaciones. Eso de
tenerlo todo controlado y en orden, me estaba dando dolores de cabeza.
Es tiempo de soltar amarras, de levar
anclas y de abandonarme a la
Paz. De tanto pelear conmigo se me estaba olvidando qué sabor
tiene la sonrisa.
Qué bien cuando no controlas a nadie,
cuando no exiges que te rindan cuentas, cuando tiras a la basura la carpeta de
los rencores. En esta nueva etapa que comienza, no quiero una brújula en
blanco, ni siquiera un cuaderno; no tengo donde guardarlo.
La mochila la tiré, porque debido al peso
me estaba haciendo mucho daño en la espalda; yo no me daba cuenta, pero sin
quererlo solo guardaba las cosas más pesadas y que más daño podían hacerme.
Ahora se acabó, no pienso guardarme nada que pueda afectarme.
Así estoy mejor, caminando erguido y a buen
paso. Este año que comienza quiero ser más justo y honesto; la vida no es un
tablero de ajedrez, ni las personas caballos o alfiles. Trataré a los demás
como me gustaría ser tratado.
Quiero y necesito empezar esta etapa con
buen pie y seguir así indefinidamente. Si en algo te he dañado o decepcionado,
te ofrezco un abrazo, te ofrezco una disculpa. Yo ya me perdoné.
¿Podrías hacerlo tú también? Ven aquí, a
este lado de la vida, yo te invito; ven, aquí se está más fresco y se respira
mejor. Lo que te digo, es en verdad muy delicado, porque te obliga a caminar
sin excusas, sin la posibilidad de echarle la culpa a los demás, pero
definitivamente es el camino al cielo.
En esta nueva etapa que te propongo, nada
es por casualidad, nada pasa por accidente, todo tiene un por qué en el mundo
de la voluntad y nos toca asumir la responsabilidad. Por eso, sea cual fuere la
razón por la que estés leyendo estas líneas, estoy seguro que Dios tiene sus
motivos y sus razones.
«Soltemos amarras y dejemos alegremente que
el aliento de Dios dirija nuestra vida»
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