Evangelio Lucas capitulo
10, versiculos 21 al 24
¡Qué dolor nos causa el hecho de que Dios
todavía no es conocido ni amado por todos los hombres! El mismo Jesús en su
vida terrena experimentó el rechazo por parte del mundo, la incomprensión y la
indiferencia. Rectifiquemos constantemente para no ser contagiados por maneras
de pensar y de vivir contrarias a la fe y al espíritu sobrenatural. Jesucristo
quiere revelarnos los tesoros de su Corazón y adentrarnos en su amistad, pero
para ello necesitamos ser gente sencilla como dice el Evangelio. ¡Cuánto nos ama
el Padre para llamarnos sus hijos! Nuestro gozo como bautizados está en conocer
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Este amar y ser amados por Dios es la
realidad profunda de la oración. En ella el cristiano va conociendo a Cristo y,
a la vez, se va despojando de sí para asemejarse más a Él. Dejemos que la
oración vaya esculpiendo nuestros corazones como el de Cristo, hagámonos
humildes, dóciles a la gracia, obedientes y agradecidos con Dios en todo.
¡Gracias, Padre, por el don de la fe
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