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¡¡Feliz Navidad!!
Desde hace
más de 2000 años, el 25 de diciembre, la mayor parte de la humanidad celebra mi
cumpleaños. Normalmente hacen una gran fiesta en mi honor y supongo que este año
sucederá lo mismo.
Es bueno
saber que al menos un día al año algunas personas se acuerdan de mí.
Cuando al
principio empezaron a celebrar mi cumpleaños, era para agradecerme por todo lo
que había hecho por ellos, pero ahora, muy pocos saben por qué y para qué se
reúnen.
Recuerdo que
en una de estas fiestas, había un cartel, que decía: “Bienvenidos hoy
celebramos el cumpleaños de Jesús”. La decoración era muy hermosa, la mesa
estaba llena de comida deliciosa y sobre todo, había un montón de cajas llenas
de regalos.
Me sentí muy
feliz y pensé lo bien que iba a pasar esa noche, hacía mucho tiempo que no
disfrutaba de una fiesta en mi honor, como esta.
Comenzaron a
llegar los primeros invitados que hablaban animadamente, pero comencé a notar
algo raro. En ninguna de las conversaciones hablaban de mí, nadie me nombro en
ningún momento. De pronto todos se sentaron a la mesa y comenzaron a comer, sin
darse cuenta de que no había ninguna silla para mi y ni siquiera dijeron:
“Feliz Cumple”
Así fueron
pasando las horas mientras yo contemplaba la situación desde un rincón.
Pero pensé
que quizás alguno de estos regalos podría ser para mí y por eso decidí quedarme
y esperar.
Antes de
medianoche, llego un anciano de barbas muy blancas y todos los niños corrieron
hacia el gritando ¡Santa Claus!, parecía que el hombre era el encargado de
repartir los regalos. En este preciso instante sonaron las campanadas que
anunciaban la media noche y todos comenzaron a besarse y abrazarse sin hacerme
el más mínimo caso.
Como estaban
repartiendo los regalos, me acerqué a ver si alguien me daba el mío, pero no,
nadie me dio nada.
Comprendí
entonces que yo no tenía nada que hacer en esa fiesta y salí de ese lugar con
una gran tristeza en mi corazón.
¿Por qué te
cuento todo eso, te preguntaras?
Pues te lo
cuento porque quiero decirte, que como casi nadie me invita, yo voy a hacer mi
propia fiesta. Será una fiesta fantástica, maravillosa, como jamás nadie se ha
imaginado.
Ahora mismo
estoy haciendo los últimos arreglos y enviando las invitaciones. Espero que ya
hayas recibido la tuya, de hecho, constantemente te estoy mandando
invitaciones. Si quieres estar en mi fiesta, tendrás que decírmelo para que
pueda reservarte un lugar y escribir tu nombre en mi lista de invitados. Porque
aquellos que no respondan a mi invitación no podrán asistir. ¡Cuánto deseo
verte en mi fiesta!
Quisiera que
esta Navidad me permitas entrar a tu vida, que reconozcas que hace más de 2000
años vine a este mundo para dar mi vida por ti en la cruz y de esta forma poder
salvarte. Sólo quiero que tú creas esto en tu corazón y respondas a mi
invitación. "Por cierto prepárate porque cuando todo esté listo para la
fiesta, te llevaré allí de sorpresa"
¡¡Feliz
Navidad!!
Jesús
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