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REFLEXIONES:


La compleja existencia humana: Pbro. Aderico Dolzani ssp.
Varias veces los fariseos y los escribas hicieron notar de mala manera a los discípulos que Jesús comía y trataba con publicanos, las prostitutas, los leprosos y los endemoniados de igual a igual, lo cual no estaba permitido a un judío. Los mismos discípulos también se maravillaban del trato del Maestro con niños y mujeres porque se suponía que un rabí no debía comportare así. Jesús había fracasado en Galilea, y tampoco se sentía seguro en Judea. En algunos poblados, no los dejaban entrar, por lo que los discípulos querían entregar a las llamas a esos que llamaban “incrédulos”. Jesús se había metido en la compleja existencia humana de esos tiempos. No eligió el “campo” de los buenos ni el de los malos. Este es el telón de fondo de la parábola del trigo y la cizaña. Los discípulos entendieron muy bien a que se refería el Señor y atesoraron para siempre esta enseñanza. Por eso Pedro escribió que Dios no hacía acepción de personas, Pablo se dirigió casi exclusivamente a los paganos, y las comunidades cristianas estaban abiertas a todos, sin excepciones. En el texto del Evangelio Mateo (Mt 13, 24-30), ante la mezcla entre bien y mal, los siervos quieren arrancar la cizaña. Pero esta no es la decisión del dueño del campo. Nadie debe constituirse en juez de nadie, solo Dios juzga por los frutos que producimos.  La fuerza y el dinamismo de la Palabra que el Señor siembra en los corazones de las personas y las comunidades, se manifiestan en los frutos. Pero ninguno de nosotros es dueño ni juez del Reino. La Parábola del trigo y la cizaña explica como la fuerza del Reino actúa en la historia y que solo Dios es dueño y juez. Es preciso hacer una opción clara por Jesús, como él la hizo por nosotros al confiarnos su Palabra, y tener paciencia  y bondad para aprender a con vivir con el prójimo y a dialogar a pesar de las contradicciones y las diferencias. En  el momento de la siega, el dueño de la cosecha, y solo él, hará la separación.
Mensaje de la liturgia: Dios pensó en cada uno para que fuéramos como Jesús. Nosotros aprendimos a conocer, amar y obedecer a Dios, anhelando gozar de él en la vida eterna. Por esto, nada nos cuesta cantar Tu Palabra, Señor, es la verdad y la luz de mis ojos aunque más que cantar, lo fundamental es vivir esa Palabra, porque hay egoísmos muy duros que vencer, cascotes de ambiciones y pasiones desordenadas que desplazar, soberbias y rebeldías que desarraigar, alimañas de pecados y tentaciones que alejar y muy especialmente hay que abrir bien los ojos, prevenirnos contra sembradores de cizaña, muy conquistadores y risueños, que engolosinan al desprevenido con sus mentiras y fantasías apartándolo de la verdad. Por eso, adentrémonos con alma y vida en la persona de Jesús, sus Palabras y sentimientos, su obediencia incondicional al Padre, su amor desvivido por nosotros, creciendo en una amistad profunda y perseverante mediante la oración y la meditación, los sacramentos, los soles abrasadores y las sequías, las plagas y el granizo, las tormentas e inundaciones y las innumerables cizañas malograrán la siembra de la Palabra y nos dejaría sin cosecha.




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