MOISÉS Y LA LEYENDA DE
SARGÓN DE AKKAD Francesc Ramis Darder
A principios del siglo XX, los arqueólogos
desenterraron las tablillas concernientes a la Leyenda de Sargón I (ca.
2371-2316 a.C.), soberano del Imperio de Acad. Como sucedía en las cortes
orientales, los escribas palaciegos envolvieron el origen del monarca en las
telas del misterio. Al decir de la leyenda, Sargón era hijo de una sacerdotisa
y un peregrino. Su madre no deseaba que la gente conociera el nacimiento de su
hijo, por eso tejió una cesta donde puso la criatura. Después la depositó en
las aguas del Eúfrates para que la llevaran hasta los dominios de Aqqi,
jardinero real. Aqqi salvó al niño de la turbulencia de las aguas y lo adoptó
como hijo. Con el auxilio de la diosa Istar, el niño creció hasta convertirse
en Sargón I.
La leyenda evoca el relato del nacimiento de
Moisés. Su madre, Yoquébed, perteneciente a la tribu de Leví, estaba casada con
Amrán, también de la tribu de Leví (Ex 2,1; 6,20). Los levitas conformaban la
tribu sacerdotal de Israel, pero solo los varones ejercían el oficio cultual.
Aunque Yoquébed no sea sacerdotisa, pertenecía a la tribu sacerdotal y estaba
casada con un sacerdote, Amrán. En analogía con Yoquébed, también la madre de
Sargón pertenecía al estamento clerical, pues era sacerdotisa.
Ambas madres temían por sus hijos. La de Sargón no
quería que nadie supiera de la criatura, mientras la de Moisés quería salvar a
su hijo de las garras del faraón, que había prescrito la muerte de los niños
hebreos (Ex 1,16). La sacerdotisa salvó a Sargón de la ignominia depositándolo
en una cesta entre los juncos del Eúfrates, hasta que lo encontró Aqqi.
Yoquébeb, la esposa de Amrán, salvó la vida de Moisés poniéndolo en una cesta a
orillas del Río hasta que lo encontró la hija del faraón. Así como Aqqi adoptó
a Sargón como hijo, la princesa adoptó a Moisés. Ambas criaturas poseyeron la
mayor grandeza. Sargón alcanzó la cima del Imperio de Acad, mientras Moisés
liberó a los israelitas esclavizados en Egipto y los condujo hacia la Tierra
Prometida (Ex 2,1-10).
Aunque ambos relatos presenten analogías, existe
una diferencia. El objetivo de la Leyenda de Sargón estriba en magnificar la
grandeza del monarca. Mientras el relato de Moisés sugiere la magnificencia de
Yahvé; el Dios atento al penar de su pueblo que dirigió la vida de Moisés para
encargarle la misión de liberar a la comunidad subyugada. Cuando los relatos de
la Escritura encumbran a los personajes, lo hacen para resaltar la grandeza de
Yahvé y su empeño por auxiliar al pueblo hebreo (1Sm 3,1-4,1). ¡Esa es la
grandeza de la Escritura!
Comentarios