9. El Antiguo Testamento 8.05.85
1. La Sagrada
Escritura, como es sabido, se compone de dos grandes colecciones de libros: el
Antiguo y el Nuevo Testamento. El Antiguo Testamento, redactado todo él antes
de la venida de Cristo, es una colección de 46 libros de carácter diverso. Los
enumeraremos aquí, agrupándolos de manera que se distinga, al menos
genéricamente, la índole de cada uno de ellos.
2. El primer grupo
que encontramos es el llamado ´Pentateuco´, formado por: Génesis, Éxodo, Levítico,
Números y Deuteronomio. Casi como prolongación del Pentateuco se encuentra el
Libro de Josué y, luego, el de los Jueces. El conciso Libro de Rut constituye,
en cierto modo, la introducción al grupo siguiente de carácter histórico,
compuesto por los dos Libros de Samuel y por los dos Libros de los Reyes. Entre
estos libros deben incluirse los dos de las Crónicas, el Libro de Esdras y el
de Nehemías, que se refieren al período de la historia de Israel posterior a la
cautividad de Babilonia.
El Libro de
Tobías, el de Judit y el de Ester, aunque se refieren a la historia de la
nación elegida, tienen carácter de narración alegórica y moral, más bien que de
historia verdadera y propia. En cambio, los dos Libros de los Macabeos tienen
carácter histórico (de crónica).
3. Los llamados
´Libros didácticos´ forman un propio grupo, en el cual se incluyen obras de
diverso carácter. Pertenecen a él: el Libro de Job, los Salmos, y el Cantar de
los Cantares, e igualmente algunas obras de carácter sapiencial-educativo: el
Libro de los Proverbios, el de Qohelet (es decir, el Eclesiastés), el Libro de
la Sabiduría y la Sabiduría de Sirácida (esto es, el Eclesiástico).
4. Finalmente, el
último grupo de escritos del Antiguo Testamento está formado por los ´Libros
proféticos´. Se distinguen los cuatro llamados Profetas ´mayores´: Isaías,
Jeremías, Ezequiel y Daniel. Al Libro de Jeremías se añaden las lamentaciones y
el Libro de Baruc. Luego vienen los llamados Profetas ´menores´: Oseas, Joel,
Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Naún, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías y
Malaquías.
5. A excepción de
los primeros capítulos del Génesis, que tratan del origen del mundo y de la
humanidad, los libros del Antiguo Testamento, comenzando por la llamada de
Abrahán, se refieren a una nación que ha sido elegida por Dios. He aquí lo que
leemos en la Constitución Dei Verbum: ´Deseando Dios con su gran amor preparar
la salvación de toda la humanidad, escogió a un pueblo particular a quien
confiar sus promesas. Hizo primero una alianza con Abrahán; después, por medio
de Moisés, la hizo con el pueblo de Israel, y así se fue revelando a su pueblo,
con obras y palabras, como el único Dios vivo y verdadero. De este modo Israel
fue experimentando la manera de obrar de Dios con los hombres, la fue comprendiendo
cada vez mejor al hablar Dios por medio de los Profetas, y fue difundiendo este
conocimiento entre las naciones. La economía de la salvación anunciada, contada
y explicada por los escritores sagrados, se encuentra, hecha palabra de Dios,
en los libros del antiguo Testamento; por eso dichos libros, divinamente
inspirados, conservan para siempre su valor.´ (n.15).
6. La Constitución
conciliar indica luego lo que ha sido la finalidad principal de la economía de
la salvación en el Antiguo Testamento: ´Preparar´, anunciar proféticamente y
significar con diversas figuras la venida de Cristo redentor del universo y del
reino mesiánico (Cfr. n.15).
Al mismo tiempo,
los libros del Antiguo Testamento, según la condición del género humano antes
de Cristo, ´muestran a todos el conocimiento de Dios y del hombre y de que modo
Dios, justo y misericordioso, trata a los hombres. Estos libros, aunque
contienen elementos imperfectos y pasajeros, nos enseñan la pedagogía divina´
(n.15). En ellos se expresa ´un vivo sentido de Dios´, ´una sabiduría salvadora
acerca del hombre´ y, finalmente, ´encierra tesoros de oración y esconden el
misterio de nuestra salvación´ (n.15). Y por esto, también los libros del
Antiguo Testamento deben ser recibidos por los cristianos con devoción.
7. La Constitución
conciliar explica así la relación entre el Antiguo y Nuevo Testamento: ´Dios es
el autor que inspira los libros de ambos Testamentos, de modo que el Antiguo
encubriera el Nuevo, y el Nuevo descubriera el Antiguo´ (según las palabras de
San Agustín: ´Novum in Vetere latet, Vetus in Novo patet.´). ´Pues, aunque
Cristo estableció con su Sangre la Nueva Alianza, los libros íntegros del
Antiguo Testamento, incorporados a la predicación evangélica, alcanzan y
muestran su plenitud de sentido en el Nuevo Testamento y a su vez lo iluminan y
lo explican´ (n.16).
Como veis, el
Concilio nos ofrece una doctrina precisa y clara, suficiente para nuestra
catequesis. Ella nos permite dar un nuevo paso en la determinación del
significado de nuestra fe. ´Creer de modo cristiano´ significa sacar, según el
espíritu que hemos dicho, la luz de la Revelación también de los Libros de la
Antigua Alianza.
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