Historias de vida,
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La lucíernaga
Cuenta la leyenda que una
vez una serpiente empezó a perseguir a una luciérnaga. Aunque ésta trataba de
alejarse de su perseguidora, no había manera de deshacerse de ella. Huyó
durante dos días y la serpiente no dejaba de seguirla. Finalmente, al tercer
día, ya sin fuerzas, la luciérnaga se detuvo y le dijo a la serpiente:
-¿Puedo hacerte tres
preguntas?
-No acostumbro a dar explicaciones a nadie pero como te voy a devorar, puedes preguntar lo que quieras, contestó la serpiente.
-¿Pertenezco a tu cadena alimenticia? preguntó la luciérnaga.
-No, contestó la serpiente.
-¿Alguna vez, te hice algún mal? preguntó la luciérnaga. -No, volvió a responder la serpiente.
-Entonces, ¿por qué quieres acabar conmigo?
-No acostumbro a dar explicaciones a nadie pero como te voy a devorar, puedes preguntar lo que quieras, contestó la serpiente.
-¿Pertenezco a tu cadena alimenticia? preguntó la luciérnaga.
-No, contestó la serpiente.
-¿Alguna vez, te hice algún mal? preguntó la luciérnaga. -No, volvió a responder la serpiente.
-Entonces, ¿por qué quieres acabar conmigo?
-¡¡¡Porque no soporto
verte brillar!!!
Durante nuestra vida,
andamos casi siempre en tinieblas. Nos hemos acostumbrado tanto a la oscuridad,
que cuando vemos a alguien brillar, nos sentimos incómodos y molestos. Es como
si brillaran en contra nuestro Dios es luz y también a Él lo rechazamos. Nos
sentimos perseguidos como la serpiente cuando sentimos Su presencia, o cuando
escuchamos Su palabra. Pero, si permitimos que la luz de Dios entre en nuestro
corazón, empezaremos a brillar y dejaremos de andar en tinieblas, y ya nada más
nos molestará.
Jesús, dijo y continúa
diciéndonos: “Yo Soy la Luz que alumbra a todos los que viven en este mundo.
Síganme y no caminarán en la oscuridad, pues tendrán la Luz que les da la vida”
Juan
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