REFLEXIONES
RELIGIOSAS:
Confiar
en Jesús:
En las palabras de Pedro: "Maestro, hemos
trabajado la noche entera y no hemos sacado na-da...", podemos reconocer
una desilusión del discípulo, que bien puede expresar todas nuestras
desilusiones. Todos hemos sentido, alguna vez, el miedo a fracasar en las
opciones decisivas de la vida, de haber amado inútilmente, de haber errado en
nuestros proyectos, aún en los que hemos emprendido con las mejores
intenciones. Como Pedro, todo puede resultarnos como una larga noche de fatiga,
en la que no hemos concluido nada, y nos desalentamos al hacer un balance de
nuestra vida. No obstante, Pedro abre paso a la esperanza, que es capaz de
relanzar un proyecto, de dar un espacio a la luz, cuando exclama: "Si tú
lo dices, echaré las redes". Esas palabras no cambiaron el mar ni
cambiaron las redes, sino el corazón de Pedro. El milagro no se hizo en el
agua, sino en la conciencia del discípulo. La figura de Pedro y su conversión
nos estimulan a encontrar, en la Palabra de Dios en la que hemos sido
generados, una vida nueva que nos otorgue la energía para superar las
desilusiones y los fracasos. La palabra de Dios no va a cambiar el mundo ni
nuestro entorno familiar o laboral, social o político, pero sí va a cambiar
nuestro corazón y nuestra conciencia: lo único necesario para no fracasar en la
vida.
El mensaje de la liturgia: Una especial consagración: Todos estamos consagrados desde el
bautismo. Todos estamos llamados a servir a los hermanos con los dones que dios
nos regaló. Pero el Señor necesita varones y mujeres con una especial
consagración, dedicados a Él y a los hermanos “a tiempo completo2. Sin
“ataduras” o “distracciones”. No busca a los perfectos, sino a los decididos, a
los generosos, a los que confían en Él y, abandonándolo todo, son capaces de
seguirlo. Señor, que “vea”, que “oiga” cuando me estás llamando como a Isaías,
a Pablo, a Pedro. Aquí estoy, señor, ayúdame a ser valiente. Que el temor no
paralice la generosidad de mi repuesta.
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