Comentario (Hech 2, 42-47): “La palabra hecha fraternidad: En
esa comunidad estaba vigente una ley común que era el compartir los bienes
materiales. Nadie que se profesara cristiano podía eximirse de este nivel de
comunicación. Con todo, ese compartir no significaba renunciar a la propiedad
sino que ‘nadie llamaba suyo’, exclusivo, ‘a lo que le pertenecía’. Es el mismo
principio expresado por Juan: ‘Si alguien vive en la abundancia, y viendo a su
hermano en la necesidad le cierra el corazón, ¿cómo permanecerá en él el amor
de Dios? (1Jn 3, 17)’” (Rubén García, La Iglesia pueblo del Espíritu, Ed. Don
Bosco). Como primer fruto del Misterio Pascual, los hechos nos presentan la
formación de la Iglesia en pequeñas comunidades congregadas en torno a los
apóstoles. Es un grupo en auge, que aceptando el Gran Acontecimiento se unen en
comunión de fe y vida, mediante una profunda conversión inicial. Transformándose
en testigos de la resurrección y del Evangelio de Salvación. Se caracterizan
por la apertura a la Palabra mediante el magisterio apostólico, la intensa
vivencia de la caridad, la participación en la acción eucarística o fracción
del pan y la comunión en la vida de oración eclesial. Un modelo a imitar.
Fuentes:
Encuentro con la palara. Editorial
Santa María
Liturgia de la Palabra. Editorial
San Pablo
Comentarios