Lectura: Ezequiel 47,1-9.12.
Comentario: A partir de la imagen
de la fuente que va creciendo pensemos en las gracias que cada día se derraman
obre la humanidad, sobre cada uno de nosotros. ¿Qué atención presto? ¿Cómo respondo
a esos dones? Hay un agua que tiene como un poder de resurrección, es un agua
que da vida. Su signo actual es el bautismo. Mi bautismo es una fuente de vida
¿Cómo la haría yo más abundante, màs exultante, más llena de vida? ¿No es Dios
capaz de transformar el desierto de nuestros corazones en jardines florecientes
de vida? ¡ Sabemos que el agua es indispensable para la vida. Con esta visión
sobre algo tan básico, el profeta nos enseña lo que es la gracia de Dios: un
torrente que sana y fecunda todo a su paso. Es el momento de sumergirnos en
esas aguas. Oh Dios, impregna nuestras vidas de tu VIDA!
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