“Ve primero a
reconciliarte con tu hermano”
Mt 5, 20-26. Tiempo
propicio.
Reflexión: Mientras vivimos sobre la tierra es el tiempo propicio para
obtener misericordia de Dios. En este tiempo debemos aprovecharlo para
reconciliarnos con Dios y con nuestro prójimo. Y aunque no sean pecados
mortales los que tenemos en nuestra conciencia, las faltas de caridad con Dios
y con nuestros hermanos nos pueden acarrear un largo purgatorio, si no ponemos
los medios para repararlas en el tiempo de vida que tenemos. Aprovechemos esta
cuaresma para trabajar en mejorar el trato con los demás, especialmente con
nuestros familiares más cercanos, que es con quienes tenemos mayor obligación
de caridad. El de hoy es un Evangelio extraordinariamente sorprendente: Nos
dice que para ir a depositar una ofrenda en el altar antes es preciso que
estemos bien con nuestros hermanos. Y TIENE TANTA IMPORTANCIA ESTAR EN PAZ CON
LOS DEMÁS que Jesús llega a afirmar que si caminando hacia el altar recordamos
que otro tiene algo contra nosotros, debemos postergar la ofrenda y hacer las
paces primero. El asunto es que ya no se trata de que nosotros tengamos algo
contra alguien, sino de que alguien tenga algo contra nosotros. En ambos casos
debemos reconciliarnos con nuestro hermano y después llevar nuestra ofrenda. Es
maravilloso este Evangelio. Pidamos a Dios que nos conceda fuerzas y fe para
llevarlo a la práctica. El concepto de justicia para el judaísmo consistía en
“ajustar” la conducta a la ley de Dios. Jesús enseña una justicia mayor que la
primera. ¿Acaso consiste en cumplir más preceptos y mandamientos? No, la
justicia mayor es vivir en el amor hacia todo hermano, incluso con aquel que
nos ha ofendido.
Leer el comentario del Evangelio por: San Cesáreo de Arlés (470-543),
monje y obispo Sermones al pueblo, n° 25; SC 243
Hay una misericordia en
el cielo la cual se alcanza por la misericordia sobre esta tierra… Y hay dos
tipos de limosna: una buena, la otra mejor. Una que consiste en ofrecer un
trozo de pan a los pobres; la otra perdonar en seguida a tu hermano que pecó contra
ti. Con la ayuda del Señor, apresurémonos a practicar estos dos tipos de
limosna para poder recibir el perdón eterno y la verdadera misericordia de
Cristo. Porque Él mismo dijo: "Si perdonáis, vuestro Padre os perdonará
también vuestros pecados; si no perdonáis, vuestro Padre no os perdonará
tampoco vuestros pecados" (Mt 6, 14s). Y el Espíritu Santo exclama en otro
lugar: " ¿El hombre guarda su cólera hacia el hombre y busca cerca de Dios
un remedio? ¿No tiene misericordia por un hombre, su semejante, y le pide a
Dios misericordia? "(Cf Si 28,3s)… Apresurémonos, mientras podamos y
vivamos, tengamos estos dos tipos de limosna y démosela a otros. Así el día del
juicio podremos decir con toda seguridad: "Danos, Señor, porque
dimos".
Pidamos a la Santísima
Virgen la gracia de ser amables con todos y en todas partes para que Dios esté
contento con nosotros y seamos así sus fieles instrumentos de amor y paz entre
los hombres. Jesús, María, os amo, salvad las almas.
FUENTES:
La liturgia cotidiana
Ed. Santa María
EDD noreply@evzo.org
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