¿Te han abandonado tus amigos? 2
Timoteo 4:9-11
“Procura venir pronto a verme, porque Demas me ha
desamparado, amando este mundo, y se ha ido a Tesalónica. Crescente fue a
Galacia, y Tito a Dalmacia. Sólo Lucas está conmigo. Toma a Marcos y tráele
contigo, porque me es útil para el ministerio.”
El sentimiento de abandono y soledad es una emoción muy
poderosa. Fácilmente puede llevar a una persona a la desesperación y muchas
veces a un estado depresivo. Sin embargo también puede abrir una puerta al
cielo. Depende de como esa persona reaccione ante su situación. Por regla
general, al ser humano le afecta la soledad. Dios ha estado siempre conciente
de esto. Por eso, después de crear a Adán, dijo: “No es bueno que el hombre
esté solo; le haré ayuda idónea para él.” (Génesis 2:18). Entonces creó a Eva.
Y, aunque muchos se enfocan principalmente en la necesidad sexual del hombre
como la razón que tuvo Dios para crear la mujer, lo cierto es que Dios siempre
ha considerado una prioridad en sus planes el que sus hijos vivan en comunión
unos con otros, acompañándose mutuamente, ayudándose y soportándose unos a
otros.
Dios mismo mantenía una íntima comunión con su creación al
principio, hasta que el pecado los separó. Desde entonces, hemos tratado de
encontrar esa íntima relación que se perdió en el Edén. Comenzamos esta
peregrinación buscando buenas relaciones con otras personas. Y muchas veces lo
logramos, pero no podemos estar completamente seguros de que va a ser una
relación duradera. No es precisamente la fidelidad uno de los atributos de los
seres humanos. Todo lo contrario, nuestra fidelidad tiende a depender de las
circunstancias y por eso es muy volátil.
En las horas más difíciles de su vida terrenal, allí en el
huerto de Getsemaní, a sólo unas horas de su muerte en la cruz, Jesús buscó la
compañía de algunos de sus más íntimos discípulos. Dice la Biblia que “tomando
a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse
en gran manera. Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la
muerte; quedaos aquí, y velad conmigo.” (Mateo 26:37-38). Sin embargo apenas
unas horas después, llenos de temor, “todos los discípulos, dejándole,
huyeron.” (v.56).
En el pasaje de hoy, el apóstol Pablo escribe a su hijo
espiritual Timoteo, y comparte con él su tristeza al encontrarse solo y
abandonado por sus amigos. Por eso le pide que venga a verlo lo más pronto
posible. Al Señor le agrada que sus hijos vivamos en comunión unos con otros.
Debemos procurar siempre tener una buena relación con todos en la familia de
Dios, así como con nuestras amistades y todos los que nos rodean, pero debemos
siempre recordar que nuestra principal comunión debe ser con Dios. Pablo
continúa diciendo en su carta: “En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado,
sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta. Pero el Señor
estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la
predicación, y que todos los gentiles oyesen.” (vers. 16 y 17). Nuestro Padre
celestial es el único que puede brindarnos la seguridad absoluta de que nunca nos
abandonará, cualesquiera fuesen las circunstancias. Esta seguridad la expresó
David en el Salmo 27:10 cuando escribió: “Aunque mi padre y mi madre me
dejaran, con todo, Yhaveme recogerá.”
Muchas veces Dios permite que pasemos por períodos de
soledad. Desiertos en nuestras vidas en los que no tenemos a nadie a quien
acudir en un momento de necesidad. Esas duras experiencias tienen un propósito:
traernos al punto donde podamos experimentar que Dios es real y es fiel, y
siempre está cerca. Cualquiera que sea la situación, siempre podremos
aferrarnos a esta preciosa promesa de nuestro Padre celestial: “No te
desampararé, ni te dejaré.” (Hebreos 13:5). Dios es nuestro buen Pastor y
siempre tiene cuidado de nosotros.
Reflexiona en esta enseñanza. Si te encuentras en estos
momentos en una situación en la que sientes que la soledad te abruma, retírate
a un lugar tranquilo y busca la presencia de Dios. Allí conversa con él y
reclama sus promesas para sus hijos. Con toda seguridad su paz, que sobrepasa
todo entendimiento, inundará tu corazón.
ORACION: Amante Padre,
gracias por tu fidelidad, y por tu compañía, y porque siempre podemos contar
con tu cuidado y tu apoyo. Ayúdame a estar conciente de tu presencia y de que
nunca estoy totalmente solo aunque todos me hayan abandonado. En el nombre de
Jesús, Amén.
Patricia Zabala
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