El camino de la
perfección P. Víctor M. Fernández 20/02/2011
Prosiguiendo
con el discurso del domingo pasado, que nos invitaba a responder al
Señor con un estilo de vida que brote de un corazón transformado,
la liturgia de hoy nos presenta las mayores exigencias del evangelio,
que tienen que ver con nuestra relación con los hermanos. De hecho,
después de presentarnos estas exigencias, Jesús pide que seamos
perfectos “como es perfecto el Padre celestial” (cf. v. 48). Así
nos indica que estas exigencias marcan un camino de perfección, son
un ideal que nunca alcanzamos del todo, como no podemos alcanzar la
perfección del Padre, aunque intentemos imitarla lejanamente en
nuestras acciones. Jesús quiere completar el “ojo por ojo, diente
por diente” que enseñaba el Antiguo Testamento (Éx 21, 24),
porque en realidad con esa expresión se había querido limitar la
costumbre de vengarse con creces, que existía en el mundo antiguo.
Es decir, se le pedía a alguien a quien se le había quitado un ojo,
que no reaccionara asesinando a la esposa y a los hijos del que lo
había agredido. Lo que hace Jesús es profundizar ese paso que había
dado el Antiguo Testamento y pide que ni siquiera se acuda a la
venganza, que ni siquiera se acuda a la violencia para cobrarse el
ojo perdido, sino que seamos capaces de reaccionar ante el mal con
una respuesta generosa; no sólo nos pide que no entremos en la misma
dinámica del que actúa con odio, sino que mostremos el
comportamiento opuesto, que ofrezcamos al mundo el testimonio de otra
manera de actuar. Pero eso no significa que no se pongan límites a
los que actúan mal, ya que en el mismo evangelio de Mateo aparece la
posibilidad de sancionar con dureza cuando es necesario (Mt 18,
15-17). Finalmente, este texto presenta el ideal del amor a los
enemigos, como imitación perfecta de la forma de actuar de Dios, que
llena de bienes también a los que lo rechazan.
El
mensaje de la liturgia: ¿Ojo por ojo y diente por diente? “El
me la hace me la paga” ¿Escuchó alguna vez esta expresión? ¿Es
lo que siente usted cuando alguno lo ofende, lo perjudica? Esta
manera de pensar y de vivir noos envenena por dentro, destruye
nuestra paz y la de quienes nos rodean. El resentimiento, el rencor,
el odio al quemás perjudica es a quien lo siente;el otro siguue en
“la suya” . Jesús quiere salvarnos de esta ddestrucción que
nos fabricamos. Nos invitaa liberarnos por medio del perdón y la
misericordiia haciia aquellos que nos han defraudado, ofendido,
perjudicado. En la lógica de Jesús el mal se vence con el bién.
Devolver mal por mal sólo consigue multiplicar el mal (Gandhi). ¡Es
dificil! Claro que es dificil. ¿Perohhayy algo fácil en el
evangelio? Loos seguidores de Cristo debemos aspirar a serperfectos
como es perfecto el Padre que está en el cielo. Dios conoce nuestrra
poca fuerza. Su gracia, la fuerza del Espíritu Santo sostiene
nuestra fragilidad para que alcancemos la paz.
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