¿RIDICULIZAR A
DIOS?
La escena del
Evangelio de hoy se da entre Saduceos y Jesús. Los saduceos no eran
demasiado bien vistos. Ellos no creían en la resurrección y
dándoselas de listos y de quien quiere poner en ridículo a Jesús
le presentan el caso de la mujer y sus siete maridos.
Con Dios corremos
serios peligros. O lo vemos tan anciano y serio y barbudo que inspira
poca confianza, o simplemente nos imaginamos un monigote, del que es
fácil reírse y negarlo.
No estoy hablando
de memoria porque hoy son muchos los que toman la religión a la
chacota, como si fuese un juego de niños. Incluso, no faltan quienes
se admiran de que un hombre con carrera, siga creyendo en Él. Dios
pareciera ser para ignorantes, para todos, para gente sin cabeza
porque la gente que se cree muy intelectual inmediatamente suele
decir: “Creer es cosa de ignorantes.”
Dios es algo muy
serio. Dios es para gente sencilla y también para gente que cree
saberlo todo. Nunca me han gustado los chistes de religión, como
tampoco me han gustado los chistes de sacerdotes ni de matrimonios
porque los chistes implican una filosofía que poco a poco va creando
una mentalidad.
Dios no existe para
quienes prefieren vivir a su aire y por libre sin que nadie les
estorbe. Dios no existe para quienes viven una pobreza de vida que
más que vivir, existen.
Dios no existe para
quienes se contentan con la vida sin horizontes o que, a lo más él
único horizonte que tienen son ellos mismos.
Dios no existe para
quien solo tiene ojos para ver el mundo y es incapaz de ver el otro
lado de las cosas. Para los saduceos no existía más que esta vida y
si existía algo más allá no era sino la prolongación de la
felicidad de aquí. De ahí el problema de quién será mujer si los
siete se han casado con ella. Una visión miope de la vida, una
visión de la vida recortada a los planes de este mundo. Por eso le
proponen el caso a Jesús como una manera de ridiculizar la
resurrección y el cielo.
No se puede
ridiculizar a los hombres, pero menos a Dios. No se puede ridiculizar
esta vida, pero menos todavía la nueva vida de la resurrección.
Porque quien vive sin resurrección vive sin futuro. Aún en la
hipótesis de que no existiese nada, valdría la pena creer en ella
para que no vivamos siempre frente al paredón de la muerte tras el
cual no existe nada.
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