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Reflexiones litúrgicas:


Mateo 7,6.12-14. 25/06/2013
Comentario del Evangelio por: Beato Juan Pablo II (1920-2005), papa Mensaje para la Jornada mundial de la Paz, 2002, § 6-8 (trad. © copyright Librería Editrice Vaticana)
“Tratad a los demás como queráis que ellos os traten a vosotros...”
Aquel que mata en actos terroristas, alimenta en su interior el desprecio por la humanidad, dando pruebas de la desesperanza de cara a la vida y al futuro. Ante esta perspectiva, todo puede ser odiado y destruido. El terrorista cree que la verdad que sostiene o el sufrimiento padecido son tan absolutos que le es legítimo reaccionar destruyendo incluso vidas humanas inocentes... La violencia terrorista...es totalmente contraria a la fe en Cristo Jesús que enseñó a sus discípulos esta oración: “Perdónanos nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos ofenden” (Mt 6,12)...
En realidad, el perdón es ante todo una decisión personal, una opción del corazón en contra del instinto espontáneo de pagar mal por mal. Esta opción encuentra su elemento de comparación en el amor de Dios que nos acoge a pesar de nuestros pecados, y su modelo supremo es el perdón de Cristo que oró así en la cruz: “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen” (Lc 23, 34).
El perdón tiene, pues, una raíz y una medida divinas. Pero esto no excluye que se pueda encontrar el valor del perdón a la luz de consideraciones fundadas sobre el buen sentir humano. La primera de estas consideraciones concierne a la experiencia vivida interiormente por todo ser humano cuando comete el mal. Se da cuenta entonces de su fragilidad y desea que los otros sean indulgentes con él. ¿Porqué, entonces, no actuar de la misma manera de cara a los demás? Todo ser humano alimenta en su interior la esperanza de poder comenzar de nuevo, de iniciar un período de vida nueva, y no quedar para siempre prisionero de sus errores y de sus faltas. Cada ser humano sueña con poder mirar hacia el futuro con esperanza, descubrir que hay siempre una nueva posibilidad de tener confianza y de comprometerse en el bien.
Reflexión: Aquí tenemos una norma de oro que nos da Jesús de cómo comportarnos con nuestros prójimos: “Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos”. Entonces debemos acostumbrarnos a ponernos en el lugar del otro y preguntarnos qué nos gustaría que los demás hagan por nosotros en esa situación concreta en la que está el prójimo; y así proceder. Y la puerta que lleva a la Vida es angosta y el camino estrecho porque para hacer el bien muchas veces tendremos que negarnos nuestros gustos, caprichos y comodidades para obrar como Dios quiere que obremos. Pero hay un secreto: hacer todo por amor a Dios. El que ama quiere complacer al amado y con gusto se sacrifica por él.
Comentario: La norma que señala Jesús es positiva, proactiva, toma la iniciativa. No se trata de poder decir tranquilamente: "Yo no le hago mal a nadie", sino de hacer el bien. Todo lo bueno que deseamos para nuestra vida, procurémoslo también para los otros. Pidamos a la Santísima Virgen la gracia de crezca cada vez más nuestro amor a Dios y al prójimo, ya que de esto depende nuestra salvación y la de muchos otros. “Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos”, menuda tarea, menudo mensaje, en ello consiste la esencia de la felicidad en la vida. Y muchas veces nos sentimos idealizados pero cuando cruzamos la calle empiezan nuestras contradicciones. Me deberé preguntar más a menudo si soy coherente entre lo que piense, digo y luego hago. Paz, amor, bienestar, palabras que usamos a menudo en nuestros saludos, ¿son sentimientos que uso a diario en mi trato con el prójimo?, ¿Lo bajo a la realidad cada día en mi casa, en el trabajo, en mi comunidad? Lógica y coherencia en vivir el Evangelio, hacer aquello que predicamos. El Papa Francisco a quien recordaremos los próximos días, fue siempre coherente en su vida, como muchos santos. Toda una enseñanza para nosotros.

Jesús, María, os amo, salvad las almas.


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