GRADO 4º: LA VOCACIÓN (Ministerio)
En el sentido religioso,
no es la profesión u oficio de una persona. Es algo más profundo y
trascendente. Es la experiencia en lo más íntimo de la propia intimidad, de un
llamado a ser persona, alguien abierto a Dios, a los demás, al mensaje humano
de la naturaleza, la ciencia, la tecnología y el arte. Supone la capacidad de
observar y sobre todo de escuchar el misterio que palpita en todos los seres
que pueblan el universo. La experiencia viva de la fe, es de hecho un llamado
de Dios para vivir y actuar como su imagen viviente en la historia, a la manera
de Jesucristo. Toda vocación conduce a descubrir una misión, una tarea en la
historia de sí mismo, de la propia familia, del propio pueblo y de la humanidad
entera. El llamado de Dios, mediante el don precioso de la capacidad para creer
y confiar en Él, la FE ,
es para que el ser humano se realice como persona y como comunidad e personas,
mediante la comunión con los otros y sus expresiones que son la fraternidad, la
solidaridad, la corresponsabilidad, el espíritu de servicio, la abnegación.
Vivir lo que toque vivir -momentos felices o tristes en el contexto de una
llamada de DlOS (vocación), da seguridad, autoestima, fuerza espiritual y moral
en la vida y constituye una experiencia de libertad y de liberación. En
Jesucristo, el creyente cree descubrir el modelo más perfecto de una vida con
la conciencia clara de haber sido llamado por Dios (vocación) a cumplir una
misión en la historia. Esa experiencia permitió a Jesús asumir, en la forma en
que asumió su vida, su pasión y su muerte para llegar a la resurrección, a la
plenitud de la vida.' La
Iglesia de Jesús continúa su vocación y misión en la
historia. Por eso en ella se dan tantos hombres y mujeres que lo dejan todo
para ser como Jesús y muchos otros que, se casan y asumen como casados, con sus
hijos, su vocación y su misión en la historia, con la ayuda, de profesiones y
oficios.
GRADO 5°: EL TESTIMONIO. (Ministerio)
Es una manifestación
fundamentalmente no verbal de la verdad y autenticidad humanas, señala la
capacidad de ser responsable y de no esconder la fuente de la manera de ser,
pensar y actuar. Es proclamar con el lenguaje no verbal de la actitud y del
comportamiento individual y social lo que se es por dentro, la vida interior
que los inspira y orienta. Es no esconder o camuflar las convicciones
religiosas que fundamentan e inspiran la propia vida. Es no tener miedo a
diferenciarse por ser cristiano, por ser discípulo de Cristo, en la sociedad.
El pueblo de Dios, con su propia historia de grandezas y miserias, dio siempre
testimonio de la existencia de Dios y de su amor al hombre, a la humanidad. La Iglesia , igualmente, con
sus grandezas y miserias, es un testimonio vivo de la acción de Dios en la
historia. La voluntad de dar testimonio de Dios, de Jesucristo y de su Iglesia,
supone voluntad, coraje y valentía. De esta voluntad, coraje y valentía dio
testimonio Jesús en la historia. En la Iglesia muchos hombres y mujeres y aún grupos y
pueblos han sabido dar testimonio del amor de Dios en la historia, hasta dar la
vida. Con estas ideas se puede hacer referencia a los que trabajan por los
pobres, por la promoción y defensa de los derechos humanos, por la paz, hasta
morir asesinados si les toca para dar testimonio del amor y la justicia que los
anima.
“Con este objeto rogamos
en todo tiempo por vosotros: que vuestro Dios os haga dignos de la vocación y
lleve a término con su poder todo vuestro deseo de hacer el bien y la actividad
de la fe, para que así el nombre de nuestro Señor Jesús sea glorificado en
vosotros, y vosotros en él, según la gracia de nuestro Dios del Señor
Jesucristo.” (II Tes. 1,11-12)
“Cuando venga el
Paráclito, que yo os enviaré de junto al Padre, el Espíritu de verdad, que
procede del Padre, él dará testimonio de mí. Pero vosotros daréis testimonio,
porque estáis conmigo desde el principio.” (JN 15,26-27)
La vocación como
experiencia religiosa consiste en comprender el llamado que Dios hace a cada
uno, para que se realice como persona, con una misión que Dios le confía en el
mundo, como camino para la verdadera felicidad.
El testimonio como
experiencia religiosa habla de la manera de ser, penar y actuar en relación con
Dios. Es proclamar con un lenguaje no solo verbal, con actitudes y
comportamientos el sentido y significado de vivir y actuar como Dios quiere que
sean sus hijos. Es dar razón de ser de la voluntad de Dios, mostrar su plan de
salvación.
Estas dos experiencias
significativas: vocación y testimonio, cuentan con la estructura que ha ganado
el pensamiento en esta etapa para desarrollarlas, pero con particularidad en
las características: desaparición del pensamiento egocéntrico, el
descubrimiento del “otro” y objetivación de las acciones y los objetos.
La desaparición del
egocentrismo es un logro que se obtiene gracias a ciertos mecanismos, como son
los procesos de interacción con otros y el rompimiento con los conceptos y
representaciones unívocos.
La relación con el otro
tiene un papel relevante en los procesos de conocimiento y aprendizaje. Esta
etapa es especialmente fecunda debido al proceso de socialización del niño(a).
En efecto, esto le permite descubrir en el otro un modelo activo, (es decir,
sujeto de acción que sirve de modelo a sus propias acciones), y como sujeto de
pensamiento que se afirma en sus propias representaciones o conceptos. Así, el
otro se configura en la conciencia del niño(a), como sujeto de acción y de
pensamiento, como lo es él mismo.
La identidad que descubre
el niño(a), tanto en sí mismo como en los otros, es la identidad del yo-activo,
o el yo que piensa, y cuya acción o pensamiento reclaman con frecuencia una
modificación de su propia acción o su propio pensamiento. Por lo tanto,
reconoce que las “propias acciones” no son suyas exclusivamente, sino que son
acciones objetivas en las cuales los otros tienen parte.
El modelo o modelos juegan
un papel relevante en esta etapa, gracias a él o ellos el sujeto puede
confrontar sus acciones y pensamiento. Las acciones o modos de actuar y pensar
de los otros se convierten en “motivaciones” para su vida intelectual y moral.
Es así, como las actitudes
y formas de pensar de los demás lo llevan a interrogarse por lo que hacen, por
qué eligieron tal o cual profesión, empleo... y desean conocer y percibir los
diferentes puntos de vista y los testimonios desde la fuente misma; razón por
la cual el área de la
Educación Religiosa Escolar, aprovecha este interés por el
otro (ya sea por su forma de actuar como por su forma de pensar), para
encaminar y orientar la vocación y mostrarle testimonios de vida como modelos
para responder a la necesidad que tiene el niño(a) de motivación para ubicarse
con acierto, según sus actitudes y expectativas hacia su “que hacer” cuando sea
adulto.
La realidad religiosa,
como experiencia, es captada a través de los modelos y normas de conducta
(lenguaje moral) y a través de expresiones verbales de la fe (lenguaje
doctrinal), que son las respuestas a las preguntas últimas que el pensamiento
del niño(a) formula sobre ellos y a través de los procesos de agrupamiento o
síntesis según la estructura morfológica propia de esta etapa.
El sentido de la experiencia lo adquiere según el
“significado atribuido” desde el Evangelio, en el significado de las
expresiones de la fe del lenguaje doctrinal, en el testimonio que percibe en
las celebraciones litúrgicas (lenguaje litúrgico) y en el testimonio de los
modelos y normas de conducta captados en los personajes bíblicos, religiosos,
los santos....(Lenguaje moral).
Para ello, se necesita la estructura cognoscitiva
de pensamiento simbólico y de síntesis, que le permitan buscar las semejanzas
externas de los objetos y hechos, agrupar por afinidad entre las ideas o
contenidos, las proposiciones que expresan. Así, puede agrupar las afinidades
externas que existen entre las manifestaciones religiosas cristianas o las
actitudes que la fe cristiana reclama de los creyentes en el ámbito de la
conducta y, también puede agrupar criterios, verdades, valores por afinidades,
según el evangelio o según las propuestas de vida cristiana que hace San Pablo
en sus cartas.
La vocación es la
experiencia que permite al ser humano descubrir sus cualidades, actitudes para
desempeñarse en un empleo, profesión, o en las diferentes formas de trabajo
digno; la vocación tiene un campo decisivo en el estado de vida, con el fin de
asumir actitudes de responsabilidad ante las dotaciones que ha recibido. En el
pensamiento cristiano vocación es el reconocimiento de los dones y carismas
dados por Dios para desempeñar su misión en el mundo, en la construcción del
reino del amor, a través del trabajo, empleo o profesión dignos y de un estado
de vida.
El testimonio es la
experiencia que necesita tener todo ser humano para comprender las
consecuencias que tienen para los pueblos y las culturas los aportes de las
personas en los avances del progreso y la cultura civilizada, o a la inversa:
lo que hace estática la vida de los pueblos y estanca la culturas. Según el
pensamiento cristiano, el testimonio comprende las manifestaciones y actitudes
de personas que invitan o mueven a otros a hacerse cristiano, “sólo puede
hacerse cristiano quien ve a otro cristiano”. El testimonio muestra las
bondades y consecuencias del que vive el Evangelio con la libertad de la verdad
y la gratitud del amor. El testimonio invita a seguir los caminos del bien, del
amor; también invita a corregir, a enmendar errores, a enderezar los caminos y
senderos de la vida de los pueblos y a re-pensar los valores y criterios que
tienen las culturas.
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