Es ocioso
aquel que tiene sentido para su ocio.
No son
ociosos aquellos cuyos placeres encierran buena parte de trabajo.
De todos,
sólo son ociosos quienes tienen tiempo libre para la sabiduría, pues no sólo
defienden bien su vida: cualquier tiempo lo añaden al suyo.
La vida de
quienes preparan con un gran esfuerzo lo que poseerán con un esfuerzo mayor es
desgraciadísima. Con gran trabajo consiguen las cosas que quieren, con ansiedad
mantienen las que han conseguido, entretanto no hay ningún cálculo del tiempo,
de ese que no va a tornar nunca más.
No esperes
hasta que las circunstancias te dejen en libertad, sino sepárate tú mismo de
ellas.
Es enemigo
de la serenidad un compañero perturbado y que se lamenta de todo.
Hay que
pensar cuánto más leve sea el dolor de no tener que el de perder, y
comprenderemos que a la pobreza le corresponde un tormento menor en cuanto es
menor la posibilidad de mermar.
Habituémonos
a desprendernos de la pompa y a valorar la utilidad de las cosas, no sus
adornos.
En todas
partes es un vicio lo que es excesivo.
Da entrada a
la razón en las dificultades: pueden ablandarse las circunstancias duras,
dársele amplitud a las estrechas y las graves oprimir menos a quienes las
soportan con elegancia.
No
envidiemos a los que están situados por encima de nosotros: Las cosas que parecían más
excelsas se derrumbaron.
Quien tema a
la muerte, no hará nunca nada por un hombre vivo, pero quien sepa que este
hecho estaba pactado en el mismo momento en
que fue concebido, vivirá
según la ley de la naturaleza, y, a su vez, con la misma fortaleza de espíritu,
se mantendrá firme para que ninguna cosa que le suceda sea inesperada.
Autor: Séneca
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