Por la gracia de Dios Padre, el amor misericordioso del Hijo, y la luz del Espíritu Santo, hoy estamos regresando con "Pequeñas Semillitas" luego de un muy breve descanso, y lo hacemos con la indescriptible alegría de tener a la Iglesia de Cristo en manos de un nuevo Sumo Pontífice, elegido por el Colegio Cardenalicio en el Cónclave que finalizó ayer, 13 de marzo.
Mi patria, Argentina, tan sufrida en los últimos años, ha recibido una inmensa bendición de Dios con la elección de un hombre de esta tierra para ocupar el timón de la barca de la Iglesia. Y ella –la Iglesia– sabrá de la grandeza de espíritu este pastor excepcional, que ha elegido como nombre Francisco, tan justo y adecuado para alguien tan austero y humilde como es el Cardenal Bergoglio, dignísimo de llevar el nombre del gran santo nacido en Asís.
En 1965, un joven Jorge Mario Bergoglio ya había ingresado a la Compañía de Jesús, aun no era sacerdote (fue ordenado en 1969), era “maestrillo” en el Colegio de la Inmaculada Concepción en la ciudad de Santa Fe, Argentina... y uno de los jovencitos alumnos era yo… Por eso estoy viviendo esta elección con una alegría que no puedo llegar a plasmar en palabras. Porque lo he conocido y admirado siempre. Porque conozco su trayectoria y sé cuánto dará a la Iglesia. Porque soy un “producto” de la educación jesuítica que recibí de curas como él...
En estos momentos sólo me brotan lágrimas de emoción y agradecimiento a Dios por esta gracia que concede a la cristiandad en la persona del nuevo Papa. El mundo conocerá su santidad en el día a día… Estamos ante un hombre excepcional, un pastor sabio, bueno y humilde, y se abren para la Iglesia nuevos horizontes de gran esperanza. Vamos hacia la nueva evangelización. Comenzamos a navegar mar adentro con la paz y la tranquilidad que nos da el saber que la barca la conduce Francisco. El Espíritu Santo se ha expresado. Y ha elegido al mejor… Para mayor gloria de Dios.
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