Sabado, 2 de Febrero de 2013
¿Qué Significa la Cuaresma? Meditacion Sobre la cuaresma
Francesc Ramis Darder
Juan Pablo II hizo público un mensaje de Cuaresma con un título
emblemático: “La Caridad no lleva cuanta del mal”.
El lema está tomado de la
página del Nuevo Testamento que mejor habla del amor: “... el amor es paciente
y bondadoso; no tiene envidia, ni orgullo ni jactancia. No es grosero ni
egoísta; no se irrita ni lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia,
sino que encuentra su alegría en la verdad. Todo lo excusa, todo lo cree, todo
lo espera, todo lo aguanta. Este amor no pasará nunca” (1Cor 13,4-8).
La Cuaresma es el camino de
preparación para la Pascua; por eso nos invita a vivir intensamente la caridad,
para que el domingo de resurrección podamos encontrarnos plenamente con el Dios
del amor (1Ju 4,8).
El Papa invita a vivir
intensamente el amor advirtiéndonos de la necesidad de tomar en serio la
Eucaristía y la Reconciliación. No se limita a recordarnos la celebración de
estos sacramentos, sino que nos llama a celebrarlos y a vivirlos con
intensidad.
Vivir el sacramento de la
Reconciliación implica que nos dejemos perdonar por Dios, pero también que
sepamos perdonar al prójimo y a quien pensemos tener por enemigo. Vivir la
reconciliación significa la capacidad de saber perdonarnos los errores
cometidos en el pasado para aprender a construir el futuro desde la esperanza
que confiere la fe.
Vivir la reconciliación supone
vivir en paz consigo mismo, a la vez que compromete nuestra vida a sembrar la paz en nuestro
mundo. No cualquier paz sino la paz cristiana, aquella que brota cuando existe
una situación de justicia social para todos.
Vivir la Eucaristía requiere la
opción por compartir y comprometer nuestra existencia con los demás. Vivir la
Eucaristía implica disponer de un corazón amplio para compartir la mesa con
todos, especialmente con los emigrantes y todos los que necesitan acogida,
comprometer nuestra vida con los que carecen de techo y les falta el pan.
La Reconciliación y la
Eucaristía son dos aspectos de la vivencia del amor, y en su celebración
sacramental recibimos la gracia de Dios que se compromete con nosotros para que
podamos vivir plenamente el amor. Pues amar y sentirse amado es lo único que
confiere sentido a la vida, y prepara la existencia humana para el encuentro
con Cristo resucitado el día de Pascua.
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