Historia de la fundación
El comienzo jurídico legal data del 1ro. de marzo 1996 cuando Monseñor Antonio Baseotto era obispo de la diócesis de Añatuya, siendo él su primer presidente. Desde sus comienzos, la Fundación fue concebida como una herramienta para el desarrollo de la región del Chaco Santiagueño.
Su actual presidente es el obispo de Añatuya, monseñor Adolfo Armando Uriona que asume como presidente de la Fundación en el mes de noviembre de 2004, unos seis meses después de haberse hecho cargo de la Diócesis. Promueve el crecimiento de la Fundación Gottau impulsando la comunicación de la realidad de los habitantes de la diócesis de Añatuya, el voluntariado y la recaudación de donaciones con el objetivo de conformar una comunidad de amigos que apoyen, a través de su compromiso solidario, el desarrollo de cada habitante y de toda la región, unas de las más pobres de nuestra Patria.
La fundación lleva el nombre de monseñor Jorge Gottau en honor al primer obispo de la diócesis de Añatuya, quien estuvo a cargo de la diócesis por 31 años y, en ese tiempo desarrolló una enorme obre de evangelización y promoción humana.
¿Qué hacemos?
En la Fundación intentamos hacer muchas cosas para poder cumplir los objetivos los que son nuestra razón de ser (los que justifican nuestra existencia); pero todas estas acciones se pueden ordenar en tres grandes líneas:
Comunicamos: damos a conocer la realidad de Añatuya con el propósito de que todos tomemos consciencia de la existencia de una región históricamente postergada y olvidada en nuestra Patria y veamos cómo la realidad mejora cuando la gente cuenta con nuestro apoyo solidario.
Coordinamos: coordinamos a todos los que quieren sumar su esfuerzo personal aportando su tiempo y sus talentos tanto como misioneros en Añatuya como voluntarios en eventos y campañas que organice la Fundación..
Recaudamos: buscamos generar recursos económicos a través de campañas de recaudación de fondos para sostener el accionar del Obispado de Añatuya en su labor evangelizadora, cultural, asistencial y de promoción humana y apoyar las iniciativas de inspiración cristiana que se propongan el desarrollo de toda la persona y de todas las personas que habitan el chaco santiagueño
No hay amor mas grande que dar la vida por los amigo"
(reflexiones para una espiritualidad del voluntario)
Vivimos en un mundo que tristemente se ha acostumbrado a los pobres. Hoy en día nadie se sorprende lamentablemente que haya niños limpiando los vidrios de los autos o sacando basura de los tachos, pareciera que es parte del paisaje urbano y no debiera ser así, debiéramos escandalizarnos de que existan estas situaciones.
A esta pobreza, en la región del Chaco Santiagueño se le suma la realidad geográfica tan carente de todo (falta de agua potable y de riego, malos caminos, mucho calor, la endemia del mal de chagas, escasas oportunidades de estudios y de trabajo, una escandalosamente precaria atención médica y una larga historia de caudillajes autoritarios y violencia estructural) su mayor riqueza son su gente y su Iglesia tan comprometida con el lugar.
En este contexto de tanta desigualdad, ser voluntario es poner la inteligencia y la voluntad en ayudar a los que menos tienen, es tomar conciencia de que somos todos hermanos y en una familia normal siempre la prioridad son los mas débiles y necesitados. Es darse cuenta que para estar nosotros bien es necesario vivir en una sociedad donde sea posible que todos vivan dignamente.
"Amar a Dios y al prójimo como a sí mismo" son para un cristiano los dos ejes centrales de la espiritualidad
Amar a Dios a veces se hace mas fácil en el imaginario cristiano ya que rezar si bien es difícil es claro como se debe hacer, en cambio el amor al prójimo a veces es más difícil de realizar pero no por eso menos importante, para el cristiano el pobre es un lugar teológico donde encontrara a Jesús, al final de nuestra jornada seremos juzgados según hayamos servido a Cristo en el hermano o no, ". tuve hambre y me diste de comer. ".
Añatuya nos da una oportunidad de concretar nuestra vida cristiana, desde esta perspectiva los voluntarios de Añatuya no sólo ayudan a Añatuya a progresar y ser mas cristiana sino que Añatuya nos da a nosotros la oportunidad de ser buenos cristianos y ayudar al prójimo necesitado, digamos que "Añatuya nos hace bien" nos educa, nos cristianiza.
En síntesis, ser voluntario de Añatuya es conocer Añatuya, amar a sus hijos, darla a conocer y comprometer a muchos más, si es posible yendo y compartiendo; pero también desde nuestros propios ambientes.
Querido Voluntario: ¡Bienvenido a la "Familia de Añatuya"!
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