Señor venga a nosotros tu
Reino Pbro Aldo Ranieri (25/11/12)
Termina
el ciclo B de las lecturas dominicales correspondiente al año 2012. La próxima
vez empezará el ciclo C, el tercero, para el año 2013. En la liturgia dominical
volveremos a los domingos de adviento, es decir le diremos al Señor que lo
esperamos firmes en la fe, porque en cada año nos reserva siempre nuevas
sorpresas no siempre agradables. La
fiesta de Cristo “Rey del Universo” concluye siempre los tres ciclos, y es lógico
porque Jesucristo es el Rey de la vida y de la historia de cada hombre. La
palabra Rey, a nosotros que vivimos en democracia, tal vez no nos dice mucho o
hasta la sentimos como algo obsoleto, pero la Biblia fue escrita en un tiempo en el cual emperadores
y reyes eran lo normal en la vida política de las naciones, y su poder era tan
absoluto como arbitrario. La lectura del libro de Daniel (Dn: 7, 13-14),
escrito hacíale 164 a .C,
presenta una visión del profeta en la cual vislumbra una figura humana, pero
que supera misteriosamente la condición humana, pertenece al ámbito divino y
ejerce la función de juez en nombre de Dios, indicado como “el anciano de
cabellos puros como la lana” (Dn: 7, 9) La liturgia de hoy contrasta este “Hijo
de Hombre” con Pilato. Jesús le revela que él es Rey y ha venido a dar
testimonio de la verdad. ¿Y cual es esa verdad? Es cuando él mismo nos muestra
el gran amor que dios tiene por nosotros y muere por nosotros para liberarnos
de la esclavitud del pecado y de la muerte, para llevarnos al Padre.
El mensaje de la liturgia: Mi Realeza no es de este mundo
Jesucristo
es Rey por razones muy distintas a las políticas. Quiere reinar en los
corazones para que los hombres se sientan hijos de Dios y hermanos entre sí. El
Reino de Jesús no es una realidad política sino espiritual. Es la presencia de
Dios en nosotros para liberarnos de todos los miedos y esclavitudes; para
purificarnos de nuestros pecados, para hacernos ver la verdad, la bondad y la
belleza del proyecto de dios: Establecer desde ahora, El Reino de la verdad y
la vida; el Reino de la santidad y la gracia, el Reino de la justicia, el amor
y la paz. Este reino ya está en medio de nosotros, como la semilla que crece
silenciosamente. Lo construyen y expanden, día a día todos los bautizados y
todos los hombres de buena voluntad, que se esfuerzan por anunciar y vivir la
verdad, la justicia, el amor y la paz. Señor Jesús, te proclamo Rey y Señor de
mi vida. Te entrego mi mente y mi corazón para que ejerzas tu poder liberador.
Reina en mi vida, y en quienes me rodean, para que amemos y vivamos la
justicia, el amor y la paz. Amén.
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