CAMINANDO HACIA EL CIELO
Querido amigo:
¿Qué tal? Se termina en la Iglesia el año que dedica a considerar los Misterios de Mi Vida. En estos últimos días, antes del Adviento, os ha invitado a pensar en el más allá, en el Reino que os tengo prometido. Ya sabes que yo dije que Mi reino no es de este mundo, y que me iba a prepararos sitio. Yo quiero que gocéis en la tierra, pues aquí se inicia el reino en su primera etapa, y aquí en la tierra sembré Yo esa semilla que tanto fruto ha dado a lo largo de los siglos. Pero hay momentos en que el Reino de Dios se nota más cerca, está más al alcance de la mano. Y esos momentos son especialmente cuando uno ve que se le escapa la vida y las hojas de su calendario se van agotando, y ya no habrá posible recambio. Ese momento es la hora de la Verdad. Me han gustado mucho las palabras escritas por un buen literato, un genio llamado Gabriel García Márquez que se ve al final de la vida sufriendo un cáncer linfático, y ha querido despedirse de todos de esta manera:
"Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, aprovecharía ese tiempo lo más que pudiera. Posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo. Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan. Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz. Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen. Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma.
A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse! A un niño le daría alas, pero le dejaría que él solo aprendiese a volar. A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido. Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres... He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada.
He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre. He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse.
Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrán de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo. Siempre di lo que sientes y haz lo que piensas. Si supiera que hoy fuera la última vez que te voy a ver dormir, te abrazaría fuertemente y rezaría al Señor para poder ser el guardián de tu alma. Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo diría "te quiero" y no asumiría, tontamente, que ya lo sabes. Siempre hay un mañana y la vida nos da otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuanto te quiero, que nunca te olvidaré.
El mañana no le está asegurado a nadie, joven o viejo. Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas. Por eso no esperes más, hazlo hoy, ya que si el mañana nunca llega, seguramente lamentarás el día que no tomaste tiempo para una sonrisa, un abrazo, un beso y que estuviste muy ocupado para concederles un último deseo.
Mantén a los que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que los necesitas, quiérelos y trátalos bien, toma tiempo para decirles "lo siento", "perdóname", "por favor", "gracias" y todas las palabras de amor que conoces. Nadie te recordará por tus pensamientos secretos. Pide al Señor la fuerza y sabiduría para expresarlos. Demuestra a tus amigos y seres queridos cuanto te importan."
No quiero añadir nada más. Pienso que los que dice este amigo mío, este hermano nuestro, es muy verdadero, muy sincero, y merece la pena pensarlo despacio. Yo estoy dispuesto a darte la fuerza y la sabiduría necesaria para que expreses lo que siente tu corazón, ahora que hay tiempo, sin esperar al final de la vida. Y al final del Año litúrgico, en el que celebro con la Iglesia mi condición de Rey y Señor, te animo a que me acompañes en mi alegría de seguir en medio de todos vosotros. Cuando llegue a Mí nuestro hermano Gabriel García Márquez, lo recibiré con una abrazo y le diré: "Pasa a gozar de tu Señor, porque fuiste fiel en lo que te encomendé y rendiste bien los talentos que te dimos".
Jesús
juangainza@hotmail.com
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