Pueblo consagrado al servicio
: (10/06/12)
Pbro. Aldo Rainieri
Arrogante el Faraón por su poder, se había enfrentado al Señor (Ex:L 5, 2). Terminó hundido en los abismos. "Yo soy el que libera al oprimido de las garras de los imperios", le contestó a Moisés cuando le preguntó qué Dios era. Ahora estaban libres, pero en su interior no se sentían otra cosa que esclavos fugitivos. No habían entendido que su Dios se había comprometido a hacer de ellos "un reino de sacerdotes", el poder más alto del Egipto antiguo (Ex: 19, 6). La primera lectura (Ex:L 24, 3-8) nos presentó este compromiso de Dios para con su pueblosellado en el rito de la sangre de la alianza. Se cierra, así, el ciclo pascual al salir del Egipto (Ex: 12, 11-14); la liberación material era en vista de convertirse en un pueblo consagrado. Esto es lo que querían rememorar los discípulos, cuando le preguntaron a Jesús sobre los preparativos para la Pascua. Lo que ni siquiera se imaginaban era que Jesús cambiaría radicalmente el rito pascual. Había que vencer a otro imperio, el del mal radicado en el corazón del ser humano, pero, para eso se necesitaba otro cordero. Entonces Jesús da de comer lo que él tiene preparado, no lo que ellos prepararon. Mientras están comiendo, Jesús interrumpe y cambia la comida. Marcos introduce algunas palabras muy significativas: Usa el término "cuerpo" (sôma), que en griego significa la persona entera en su presencia física, real; y la palabra "sangre" (haima), metonimia de la vida del ser humano en cuanto sujeto a la muerte. Además cambia los verbos: Con el pan pone "lo bendijo", con la copa dice "dada las gracias". Son gestos y palabras nuevos: El sentido del cordero pascual lo pasa al pan y este es lo que les da de comer. Pero ¿Como comieron su cuerpo si el mismo estaba presente? La última cena fue un signo profético. (Mc: 14, 12-16. 22-26)
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