Schoenstatt busca la asemejación a María, quien hacía lo ordinario extraordinariamente bien.
EL MOVIMIENTO APOSTÓLICO DE SCHOENSTATT
¿QUÉ ES?:
La vida es dinamismo. Hay cosas que vienen y cosas que se van. Mientras haya vida habrá movimiento. Pasa también con la Iglesia, la comunidad que Cristo dejó después de su Pascua. No se queda quieta, no se torna rígida y anquilosada. Cristo, al dejarle su Espíritu, le dejó el viento de Pentecostés que todo pone en movimiento.
Comprendemos así la primera característica de Schoenstatt. Es un movimiento nacido en el seno de la Iglesia Católica. Se deja movilizar por el Espíritu Santo ya que El infundió su vitalidad y la capacidad profética a su fundador el P. José Kentenich, como antes lo hizo con otros fundadores y lo seguirá haciendo hasta el final con otros.
Hay movimientos que han logrado con fidelidad sus objetivos. Otros degeneraron y se transformaron en sectas. Los primeros son de gran importancia para la vitalidad de la Iglesia y Juan Pablo II los ha destacado y favorecido siempre que ha podido. Sabe que pueden ser alma de una Iglesia que siempre se renueva.
Quizás la característica central de Schoenstatt es su cercanía e intimidad con María. Intimidad puede convertirse en intimismo, en romanticismo. Pero también puede culminar en un amor transformador del hijo que ama y busca asemejarse a la persona que ama siguiendo el impulso natural de todo amor que une y asemeja.
Desde su mismo origen Schoenstatt cultivó una alianza de amor con Ella. Y María quizo establecerse en una vieja capillita, la convirtió en su Santuario, en su hogar, donde atrae los corazones juveniles. sus tres dones: Nos cobija como madre, nos transforma como educadora y nos envía como apóstoles. La devoción mariana en Schoenstatt culmina con la conquista de la dignidad del hombre anunciada en el Evangelio: ser discípulos de Cristo es llegar a ser otro Cristo.
Siempre recuerdo mi primer contacto con Schoenstatt. Tenía entonces 17 años. Me sedujo desde un comienzo el amor sencillo y tierno por María que tenían mis amigos del movimiento. Pero enseguida ese amor me sensibilizó y movilizó para el cambio personal y para el servicio a los demás.
Es por eso que el estilo de santidad pasa por la santidad de la vida diaria. Una anécdota lo puede decir mejor: Se encuentran un sabio seguido de uno de sus discípulos y un gobernador. Este le pide al sabio que le muestre - en vivo - uno de sus famosos milagros. Este le responde que ya está muy viejo para hacer milagros. Que los milagros los hace Dios. Y le recuerda como cada día vuelve a salir el sol, milagro de luz; que en esos días el gobernante había sido padre por vez primera, milagro de la vida; y que estaban en tiempo de cosecha, milagro de la multiplicación. El gobernante lo encuentra todo muy normal y común y le pide que sane a la liebre que se había roto una pata, o a uno de los muchos enfermos de la ciudad. El sabio responde tristemente que él ya había hecho por su gobernante todo lo que sabía y podía hacer. Este, frustrado, sigue su camino. Cuando ya está lejos, el maestro se levanta y sana con una oración la pata de la liebre. Su discípulo se sorprende. - Maestro - le dice - ¿Por qué no lo hiciste delante de ese hombre?. - La respuesta es clara: de nada hubiera servido. Para ser rey hay que ser antes príncipe, hay que empezar como discípulo si quieres llegar a maestro. Ese hombre poderoso no fue capaz de descubrir el milagro de las cosas cotidianas y sencillas. Lo extraordinario lo fascinaría pero no le serviría de nada.
Hasta aquí el relato. Schoenstatt busca la asemejación a María, quien hacía lo ordinario extraordinariamente bien. La santidad pasa por percibir el paso de Dios en lo cotidiano, sabiendo descubrir en el aroma de la rosa la plenitud de la belleza que hay en el universo y su indicación hacia lo Alto. No es extraño que sea, pues, un movimiento de educadores y de educación.
Es por eso que Schoenstatt se ocupa tan preferentemente de la educación. De ofrecer, con gran apertura de espíritu, a todos los que se acercan a sus propuestas, charlas abiertas, jornadas de reflexión y otras actividades afines. Dios quiere proveer a la plenitud de cada hijo de la providencia divina y nos invita a ser sus representantes en medio de nuestras familias y ambientes.
Muchos pensadores piensan que estamos "antes del fin". No piensan en un cataclismo militar o un desastre del fin del mundo. Ven un deterioro creciente del ser humano, una desfiguración del sentido de su vida, una incapacidad de amar y de ser felices. Es que el hombre se convierte en la medida de todas las cosas. Medida, por cierto, mezquina. María establece una medida de plenitud y Schoenstatt quiere ayudar a que muchos hombres de hoy lleguen a esa plenitud.
EL MOVIMIENTO APOSTÓLICO DE SCHOENSTATT
¿QUÉ ES?:
La vida es dinamismo. Hay cosas que vienen y cosas que se van. Mientras haya vida habrá movimiento. Pasa también con la Iglesia, la comunidad que Cristo dejó después de su Pascua. No se queda quieta, no se torna rígida y anquilosada. Cristo, al dejarle su Espíritu, le dejó el viento de Pentecostés que todo pone en movimiento.
Comprendemos así la primera característica de Schoenstatt. Es un movimiento nacido en el seno de la Iglesia Católica. Se deja movilizar por el Espíritu Santo ya que El infundió su vitalidad y la capacidad profética a su fundador el P. José Kentenich, como antes lo hizo con otros fundadores y lo seguirá haciendo hasta el final con otros.
Hay movimientos que han logrado con fidelidad sus objetivos. Otros degeneraron y se transformaron en sectas. Los primeros son de gran importancia para la vitalidad de la Iglesia y Juan Pablo II los ha destacado y favorecido siempre que ha podido. Sabe que pueden ser alma de una Iglesia que siempre se renueva.
Quizás la característica central de Schoenstatt es su cercanía e intimidad con María. Intimidad puede convertirse en intimismo, en romanticismo. Pero también puede culminar en un amor transformador del hijo que ama y busca asemejarse a la persona que ama siguiendo el impulso natural de todo amor que une y asemeja.
Desde su mismo origen Schoenstatt cultivó una alianza de amor con Ella. Y María quizo establecerse en una vieja capillita, la convirtió en su Santuario, en su hogar, donde atrae los corazones juveniles. sus tres dones: Nos cobija como madre, nos transforma como educadora y nos envía como apóstoles. La devoción mariana en Schoenstatt culmina con la conquista de la dignidad del hombre anunciada en el Evangelio: ser discípulos de Cristo es llegar a ser otro Cristo.
Siempre recuerdo mi primer contacto con Schoenstatt. Tenía entonces 17 años. Me sedujo desde un comienzo el amor sencillo y tierno por María que tenían mis amigos del movimiento. Pero enseguida ese amor me sensibilizó y movilizó para el cambio personal y para el servicio a los demás.
Es por eso que el estilo de santidad pasa por la santidad de la vida diaria. Una anécdota lo puede decir mejor: Se encuentran un sabio seguido de uno de sus discípulos y un gobernador. Este le pide al sabio que le muestre - en vivo - uno de sus famosos milagros. Este le responde que ya está muy viejo para hacer milagros. Que los milagros los hace Dios. Y le recuerda como cada día vuelve a salir el sol, milagro de luz; que en esos días el gobernante había sido padre por vez primera, milagro de la vida; y que estaban en tiempo de cosecha, milagro de la multiplicación. El gobernante lo encuentra todo muy normal y común y le pide que sane a la liebre que se había roto una pata, o a uno de los muchos enfermos de la ciudad. El sabio responde tristemente que él ya había hecho por su gobernante todo lo que sabía y podía hacer. Este, frustrado, sigue su camino. Cuando ya está lejos, el maestro se levanta y sana con una oración la pata de la liebre. Su discípulo se sorprende. - Maestro - le dice - ¿Por qué no lo hiciste delante de ese hombre?. - La respuesta es clara: de nada hubiera servido. Para ser rey hay que ser antes príncipe, hay que empezar como discípulo si quieres llegar a maestro. Ese hombre poderoso no fue capaz de descubrir el milagro de las cosas cotidianas y sencillas. Lo extraordinario lo fascinaría pero no le serviría de nada.
Hasta aquí el relato. Schoenstatt busca la asemejación a María, quien hacía lo ordinario extraordinariamente bien. La santidad pasa por percibir el paso de Dios en lo cotidiano, sabiendo descubrir en el aroma de la rosa la plenitud de la belleza que hay en el universo y su indicación hacia lo Alto. No es extraño que sea, pues, un movimiento de educadores y de educación.
Es por eso que Schoenstatt se ocupa tan preferentemente de la educación. De ofrecer, con gran apertura de espíritu, a todos los que se acercan a sus propuestas, charlas abiertas, jornadas de reflexión y otras actividades afines. Dios quiere proveer a la plenitud de cada hijo de la providencia divina y nos invita a ser sus representantes en medio de nuestras familias y ambientes.
Muchos pensadores piensan que estamos "antes del fin". No piensan en un cataclismo militar o un desastre del fin del mundo. Ven un deterioro creciente del ser humano, una desfiguración del sentido de su vida, una incapacidad de amar y de ser felices. Es que el hombre se convierte en la medida de todas las cosas. Medida, por cierto, mezquina. María establece una medida de plenitud y Schoenstatt quiere ayudar a que muchos hombres de hoy lleguen a esa plenitud.
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