Señor, que has creado todo el universo,
Y has dotado a la tierra de riquezas suficiente
para alimentar a todos los hombres que habitan,
Para alimentar a todos los hombres que habitan,
Ven en nuestra ayuda.
Señor, que cuidas de los lirios del campo y de las
Aves del cielo, los vistes, los nutres y los haces prosperar,
manifiesta sobre nosotros tu providencia paterna.
Ayúdanos, Señor:
Ya que nuestra salvación sólo puede venir de hombres honestos y buenos,
Infunde en el corazón de nuestros prójimos
El sentido de la justicia, de la honestidad,
y de la Caridad.
Cuida de nuestra familia que confiadamente espera de ti el pan de cada día.
Fortalece nuestros cuerpos.
Da serenidad a nuestra vida,
A fin de que podamos corresponder más fácilmente,
A tu gracia divina,
Y sentir que sobre nosotros,
Sobre nuestras preocupaciones y angustias,
Vela tu amor de Padre
Amén.
. Para los que vivimos en cualquier parte. En el mundo o fuera de él más allá de todo mundo y en cualquier tiempo. LECTOR: Tienes la oportunidad de dejar este mundo y de seguir al Señor. No dudes un instante. No permanezcas observando lo que queda atrás, en el camino, ni sueñes con tu fantasía, gestando fantasmas en un futuro que no es y que, seguramente, nunca será. Deja. Aventúrate, en cambio, por las sendas de la Eternidad, que ya están a tu disposición. No sólo no están lejos sino que en este mismo instante se abren para ti. Tal vez pensabas que alcanzarías una vida mejor mudando de lugar o escapándote del tiempo. Nada de eso. Aquí hallarás una pequeña senda para horadar el instante y el lugar en que te encuentras y pasar del otro lado. Más allá. No te turbe tu pasado. No te angustie el mañana. Simplemente estás aquí y ahora con el Señor. Es Él quien te llama. Y no quieras saber otra cosa. No te pierdas en vericuetos ni te distraigas en tu propio laberinto. No te j...
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