Era la fiesta de inicio de curso. Tenía tanta vergüenza que no sabía donde meterme, así que saqué el móvil y me puse a hablar durante un buen rato con la operadora. Menú alante, menú atrás… Aquel truco me dio unos minutos de margen para hacerme la pregunta: ¿Qué hacía yo metido en un Colegio Mayor? Ya veis, soy un jesuita de 25 años al que, un buen día, le dijo el Superior: ¿por qué no vas a hacer pastoral al Colegio Mayor Loyola en Madrid? Allá nos fuimos. Y hablo en plural, porque en esta aventura hemos estado embarcados Checa y yo, compañeros de fatigas desde el noviciado. Menos mal. Porque en equipo se aprende más y mejor. Os cuento. La vida en un Colegio Mayor es distinta a todo lo que había visto hasta ahora. Es un micro-mundo que tiene su propio ritmo, sus propias normas, su propio lenguaje… Lo primero y más difícil fue abrirse un hueco en medio de un ritmo de vida tan cargado: clases, idiomas, deportes, charlas… Y en mitad de todo aquello, llegábamos nosotros, “los curas”, ...
"Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados en el Espíritu Santo que descenderá sobre ustedes y serán mis testigos" Act: 1, 5-8. El Espíritu Santo hace misioneros con el testimonio y con la palabra. Somos elegidos de Dios para llevar su "anuncio" hasta los confines de la tierra. Es una elección personal y un envío intransferible.