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REFLEXION:

Evangelio Mateo capítulo 15, versículos 29 al 37
Un primer punto que observar quizás sea que a Jesús le traían a todos los que sufren…¿Somos de aquellos que conducen a Jesús a todo aquél que sufre? ¿O tal vez somos de los que proponen otro tipo de remedios? Hay aquí una importante distinción. No solamente creemos y nos conformamos con ello, sino que ayudamos a creer. Es decir, que ponemos de nuestra parte, conduciendo a nuestros hermanos, especialmente a aquellos que sufre, poniéndolos a los pies del Señor. Ese conducir, ya es un acto de Fe. Eso es todo lo que nos pide el Señor. Él hace el resto…Él los cura, Él nos cura, para Gloria de Dios…
 Jesús comprende las necesidades de quien lo deja todo para seguirlo. No lo abandona, no lo deja solo, sino que se compadece de sus necesidades, de su dolor, de su sufrimiento. Él está, con quienes están con Él. Él está con quienes se comprometen con Él, con quienes se la juegan por Él. Él solo pide que hagamos nuestra parte, es decir, que nos dispongamos a seguirlo dando los primeros pasos…Es a partir de ese momento que Él hace lo suyo. Él no deja a su cuenta a quienes lo aman, a quienes lo dejan todo y van tras Él.
 Aun en el desierto y de la nada Él sacará suficiente para saciarnos, e inclusive sobrará, no para desperdiciarlo, sino para guardarlo de reserva. Esto quiere decir que aun en la situación más difícil podemos y debemos confiar en Dios, que si allí nos encontramos por seguirlo, Él sabrá atender nuestras necesidades. Solo debemos confiar en Él y hacer lo que nos dice.
 Jesús no lo hace todo solo…Él nos pide hacer nuestra parte, involucrarnos en aquello que queremos alcanzar, que no ha de ser otra cosa que el Bien y la Verdad. Obremos conforme a la Misión encomendada, pongamos todo lo que tenemos de nuestra parte, sin escatimar nada, y el resto lo hará Él. Ese es el origen de muchas de las grandes obras de la Iglesia. Si observamos, en sus orígenes encontraremos a hombres o mujeres humildes, pobres, pero decididos, capaces de servir al Señor y amarlo plenamente. Es a estos “pequeños gestos” a los que Dios responde con generosidad infinita, dejándonos pasmados.
 Hagamos confiadamente nuestra parte y dejemos el resto al Señor, que Él sabrá multiplicar nuestros esfuerzos.

Oremos: Señor ayúdanos a ser pescadores de hombres…, que sepamos conducir a todo aquél que sufre a tus pies, confiando en que allí encontrará la curación o el perdón que busca. Padre Santo, que no dejemos de hacer nuestra parte, aun cuando sólo sea conducir a los demás a Ti. ¿Habrá mejor obra que nos podamos proponer? No permitas que caigamos en la soberbia, ni en la inconsecuencia. Que sepamos ser ejemplo, que cautive, que arrastre. Amén.




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