INTERPRETACIÓN DE LA
SAGRADA ESCRITURA: EL HORIZONTE DE LOS ESTUDIOS BÍBLICOS. DE “LA INTERPRETACIÓN
DE LA BIBLIA EN LA IGLESIA” (1993) AL “SÍNODO DE LA PALABRA” (2008) Francesc
Ramis Darder
La descripción y el análisis de la situación en la
que se encuentran actualmente los estudios bíblicos es una tarea difícil; hay
que mencionar, sin embargo, que la investigación ha alcanzado una amplitud y
una profusión como no se habían visto nunca dentro de la Iglesia. El objetivo
de nuestro estudio consiste en ofrecer una panorámica de la situación de las
investigaciones bíblicas en el marco temporal marcado por dos hitos señeros: la
publicación del documento de la Pontificia Comisión Bíblica “La interpretación
de la Biblia en la Iglesia” (1993), y la convocatoria del “Sínodo de la
Palabra” por parte de Benedicto XVI (2008). Como es obvio, el alcance de
nuestro estudio es limitado y sin duda parcial, pero quiere presentar el
horizonte actual de los estudios bíblicos, prestando atención, en la medida de
lo posible, a la situación de la investigación y difusión de la Palabra de
Dios.
1. El punto de partida. El documento de la
Pontificia Comisión Bíblica: “La interpretación de la Biblia en la Iglesia”
(1993)
Tal como recalca la constitución dogmática Dei
Verbum, el estudio de la Sagrada Escritura es el alma de todo el quehacer de la
teología (DV 24). Recogiendo el anhelo de la Iglesia, la Pontificia Comisión
Bíblica publicó un documento muy significativo orientado hacia la comprensión
de la naturaleza y hondura de los estudios bíblicos: “La Interpretación de la
Biblia en la Iglesia” (1993).[1]
El mencionado documento empieza aludiendo a los
grandes hitos con que el Magisterio ha contemplado los estudios bíblicos a lo
largo de los últimos tiempos: Providentissimus Deus (León XIII, 1893), Divino
Afflante Spiritu (Pío XII, 1943), Santa Mater Eclessia (1964), pero sobre todo
hace referencia a la Constitución Dogmática Dei Verbum, emanada de los trabajos
del Concilio Vaticano II (18 noviembre 1965). El objetivo del documento
consiste en ponderar seriamente los diferentes aspectos de la situación actual
en referencia a la interpretación bíblica; desea prestar atención a las
críticas y aspiraciones que laten en el corazón de los investigadores; pretende
valorar las posibilidades ofrecidas por los nuevos métodos de investigación. En
definitiva, se propone precisar las orientaciones que mejor respondan a la
misión de la exégesis en el ámbito de la Iglesia Católica.
El documento alcanza el objetivo mencionado
desarrollando cuatro aspectos básicos. Empieza describiendo los diferentes
métodos y acercamientos que los investigadores actuales adoptan para adentrarse
por los caminos de la Escritura, al mismo tiempo que hace una valoración de las
ventajas y limitaciones que presentan.[2] Seguidamente profundiza en algunas
cuestiones hermenéuticas propias de la interpretación de los textos
bíblicos.[3] Después se detiene en la reflexión sobre las dimensiones
características de la interpretación católica de la Biblia, y sobre su relación
con otras disciplinas teológicas.[4] Finalmente considera, de la manera más
cuidadosa, los aspectos más significativos por los que se debe distinguir la
interpretación de la Biblia en la vida de la Iglesia.[5]
El horizonte de comprensión que alcanza el
documento es amplio y profundo; por nuestra parte solo querríamos destacar dos
aspectos complementarios que hacen referencia a la situación actual y al
desarrollo en que se hallan los estudios bíblicos.
En primer lugar, deja patente que el uso del
método histórico-crítico es indispensable para el estudio científico del
sentido de los textos antiguos, estudio que se concreta, como señala el
documento, en las investigaciones bíblicas. El documento enfatiza que la
Sagrada Escritura, “la Palabra de Dios escrita en lenguaje humano”, ha sido
redactada por autores humanos en todas sus partes y en todas sus fuentes, por
eso concluye expresando de forma apodíctica que la justa comprensión de la
Escritura no solo admite como legítimo el uso del método histórico-crítico,
sino que la utilización del mencionado método pasa a ser indispensable para el
estudio científico de la Escritura.
En segundo término, el texto de la Pontificia
Comisión Bíblica desautoriza de forma contundente la lectura fundamentalista de
la Biblia.[6] La lectura fundamentalista se basa en el principio de que la
Biblia debe ser leída e interpretada literalmente en todos sus detalles. Bajo
la mención de “interpretación literal”, la aproximación fundamentalista alude a
la interpretación primaria y literalista. Excluye cualquier esfuerzo dirigido a
la comprensión de la Biblia que tenga en cuenta el trasfondo histórico de donde
brotaron los textos, igualmente desconoce y rehúsa el desarrollo que
experimentó el talante literario y teológico del contenido de la Escritura. En
definitiva, según señala el documento, la perspectiva fundamentalista se opone
al uso del método histórico-crítico y a la opción por cualquier otro método
científico orientado hacia la comprensión de la Escritura.
Los dos aspectos que acabamos de mencionar sitúan
cuidadosamente la gloria que alcanza la Iglesia cuando profundiza con rigor en
el estudio de la Sagrada Escritura, pero también advierten contra el peligro y
la confusión a que se expone la comunidad cristiana cuando se precipita por el
abismo fundamentalista.[7]
[1] Pontificia Comisión Bíblica, La Interpretación
de la Biblia en la Iglesia, PPC (Madrid 1994).
[2] Método histórico-crítico. Métodos propios del
análisis literario (análisis retórico, narrativo, semiótica). Aproximaciones
basadas en los datos de la Tradición (aproximación canónica, referencia a las
tradiciones judías de interpretación, historia de los efectos del texto).
Aproximación desde las ciencias humanas (aproximación sociológica, antropología
cultural, perspectiva psicológica y psicoanalítica). Aproximaciones
contextuales (perspectiva propia de la teología de la liberación, óptica propia
del feminismo). Lecturas fundamentalistas.
[3] Hermenéuticas filosóficas. Sentidos de la
Escritura Inspirada (sentido literal, espiritual, pleno).
[4] La interpretación en el seno de la Tradición
Bíblica (Relecturas, relaciones entre el AT y el NT). La interpretación en el
seno de la Tradición de la Iglesia (Formación del Canon, exégesis patrística,
papel de los diferentes momentos de la Iglesia por lo que respecta a la
interpretación de la Escritura). La tarea del exegeta (Orientaciones
principales, investigación, enseñanza, publicaciones). Relaciones con las demás
disciplinas teológicas (Teología y precomprensión de los textos bíblicos,
exégesis y teología dogmática, exégesis y teología moral, puntos de vista
diversos e interacción necesaria).
[5] La necesaria actualización (principios,
métodos, límites). Inculturación. Diversos ámbitos de lectura de la Biblia
(liturgia, lectio divina, el ministerio pastoral, movimiento ecuménico).
[6] Sobre el fundamentalismo bíblico: F. Fernández
Ramos, Fundamentalismo bíblico (Bilbao 2008).
[7] Síntesis sencilla referida a la situación de
los estudios bíblicos: J.-L. Arín, “Som aquí … o així m’ho sembla”, Butlletí de
l’Associació Bíblica de Catalunya 72 (2001), 59-65.
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