Somos en la tierra
semilla: Todos nacidos en un solo Bautismo, unidos en la misma Comunión. Todos
viviendo en una misma casa, Iglesia peregrina de Dios. Todos prendidos en una
misma suerte, ligados a la misma salvación. Somos un cuerpo y Cristo es la Cabeza , Iglesia peregrina
de Dios.
Somos en la tierra
semilla
TEMA 8 Jesús nos
promete al Espíritu Santo, que nos ayude a vivir nuestro bautismo
OBJETIVO: Reconocer
cómo el Espíritu Santo acompañó toda la vida de Jesús, y después de prometernos
que también nosotros recibiríamos este mismo Espíritu, es ahora quien se
encarga de ayudarnos a vivir nuestro bautismo, para que seamos testigos de que
somos cristianos.
NOTAS PEDAGÓGICAS:
- El adolescente
piensa más en su cuerpo que en su espíritu. Hay que insistir que nuestra vida
no sólo es el cuerpo, sino que también tenemos un espíritu, como lo es Dios.
- A través de
ejemplos (los sentimientos, los pensamientos y la voluntad nos comprueban que
tenemos espíritu), que el adolescente descubra la importancia de su espíritu, a
través del cual se expresa el Espíritu Santo. Si el adolescente no valora su
espíritu, no tomará en serio la presencia del Santo Espíritu en su vida.
VEAMOS: Todos recordamos
alguna promesa que nuestros padres u otras personas mayores nos hicieron cuando
éramos niños (en este momento, catequista y catequizandos, pueden compartir
alguna experiencia).Nosotros les creíamos que la iban a cumplir, porque eran
nuestros padres y les teníamos confianza de que nos cumplirían. Les creímos
porque sabíamos que nos querían. Estábamos seguros de que sus promesas no eran
falsas. Confiamos en que tenían la capacidad de hacerlo.
Podemos recordar
también alguna ocasión en la que desgraciadamente nos prometieron algo y no nos
cumplieron (de nueva cuenta, catequista y catequizandos pueden compartir en
este momento alguna experiencia negativa).
PENSEMOS: Jesucristo,
cuando pasó por este mundo, también nos hizo una promesa a todos los que creyéramos
en él, que recibiríamos al Espíritu Santo (ver Jn. 14,16-17.26; 15,26-27;
16,7-8.12-25). Hizo esta promesa basado en dos cosas: lo. Que este Espíritu
Santo lo había acompañado a lo largo de toda su vida, desde el momento de su
concepción en el seno de la
Virgen María (porque ella quedó embarazada de Jesús gracias
al Espíritu Santo), hasta el momento de su resurrección y ascensión al cielo,
ya que fue este Espíritu el que lo resucitó. Dice San Gregorio Nacianceno que
el Espíritu condujo a Jesús a Galilea para realizar milagros y lo acompaña, y
después de subir al cielo, toma el lugar de Jesús (Discursos XXXI, 29).
Antes de que
naciera Jesús, el pueblo de Israel no conoció suficientemente al Espíritu
Santo, aunque esto no quiere decir que no existía. Al contrario, sabemos que
era él quien inspiraba a los profetas, por ejemplo, para que hablaran en nombre
de Dios. Pero es ahora cuando se nos da a conocer (ver CIC 686).
La primera
manifestación pública del Espíritu de Dios la encontramos en el Bautismo de
Jesús, donde se apareció en forma de paloma (ver Lc. 3,21-22). Toda la
actividad de Jesucristo es guiada por la fuerza del Espíritu Santo. Jesús ya
tenía un plan específico qué cumplir, por obediencia a su Padre, que lo podemos
llamar PLAN DE SALVACION. Forma parte de este plan de salvación, el que nos
haya prometido al Espíritu Santo (ver Jn 15, 26) para continuar en el mundo la
obra que él había comenzado.
Ahora bien,
¿cuándo recibimos nosotros al Espíritu Santo? En nuestro Bautismo, de manera
semejante al bautismo de Jesús, cuando se dio a conocer visiblemente el mismo
Espíritu (ver CIC 683). Es ahí donde renacimos del agua y del espíritu para
poder entrar en el Reino de Dios (ver Jn 3, 5). Y a partir de ese momento,
también podemos decir que vive en nosotros el Espíritu Santo. Es más, somos
llamados "templos del Espíritu Santo", para subrayar la presencia de
la tercera Persona de la
Santísima Trinidad en nuestra vida.
Así como con
Jesús, que toda su actividad fue guiada por la fuerza del Santo Espíritu, así
nosotros, que recibimos el Bautismo, somos acompañados en nuestra vida por este
Espíritu. Pero se necesita nuestra colaboración. De otra forma, el Espíritu del
Señor no puede hacer nada en nosotros, aunque nos hayan bautizado. Por lo
tanto, debemos dejarnos acompañar por el Espíritu Santo en nuestra vida. Sólo
así podremos vivir nuestro Bautismo, es decir, dar testimonio de que somos
cristianos, actuar como cristianos, no como si no hubiéramos sido bautizados.
Necesitamos la
presencia del Santo Espíritu en nuestra vida para ser testigos de nuestras
creencias cristianas católicas, y no sólo para eso, sino para poder decir:
Jesús es Señor (ver 1 Co. 12,3) y para conocerlo (ver CIC 687). Cada vez que
nosotros nos comportamos como hijos de Dios, es una manifestación del Espíritu
Santo que habita en nosotros, pero también damos testimonio de que existe este
Espíritu. Aunque no lo vemos, debemos dejar que se manifieste a través de
nuestras acciones. Es la mejor forma de cumplir con nuestro compromiso de bautizados.
ACTUEMOS: Hemos dicho que
Dios tenía un plan de salvación para todos los hombres; este plan lo llevó a
cabo Jesucristo, y ahora el Espíritu Santo que habita en los cristianos quiere
llevar adelante este mismo plan divino. Ahora bien, nosotros que nos estamos
preparando para recibir el sacramento de la Confirmación , qué
mejor compromiso que conocer este plan de salvación de Dios que está escrito
desde el Antiguo Testamento. Nuestro primer compromiso puede ser el leer la
Sagrada Escritura.
El segundo compromiso
está relacionado con el anterior: tener también nosotros un plan de vida que
manifieste la presencia del Espíritu Santo en nuestra vida. Cada acción que yo
haga y que sirva para el provecho personal legítimo o de los demás, es una
expresión visible del Espíritu del Señor en nuestra vida y de que soy un
bautizado responsable. Es así como se mejora la sociedad y al mismo tiempo
construyo el Reino de Dios aquí en la tierra.
CELEBREMOS: Vamos a hacer
la siguiente oración: Hermanos y hermanas, la espera de la venida del
Espíritu Santo el día de nuestra Confirmación, nos debe abrir el corazón y la
mente para recibir sus dones. Presentemos al Padre nuestra súplica.
R/ Manda tu
Espíritu a renovar la tierra.
Para que la
comunidad que formamos se renueve, convencidos los que la formamos de que hay
que ser fieles a Dios, oremos:
R/
Para que los que
sufren en su cuerpo o en su espíritu lleguen, con nuestra ayuda, a experimentar
el apoyo del Espíritu Santo Consolador, oremos: R/ Para que cuantos buscan la
verdad reciban del Espíritu Santo la alegría de encontrarla en Cristo Jesús,
oremos:
R/
Para que
aprendamos a hacer oración y a practicarla, para que podamos ser colmados de la
fuerza que viene de lo alto, oremos:
R/
Con tu fidelidad,
oh Padre, nunca decepcionas a quien te suplica con amor: haznos siempre atentos
a las palabras de tu Hijo, para que sepamos gustar siempre en nuestras vidas la
presencia del Espíritu Santo. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
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