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Catequesis sobre la Confirmación: Autor: Excmo. Sr. Obispo Javier Navarro Rodríguez


Somos en la tierra semilla: Todos nacidos en un solo Bautismo, unidos en la misma Comunión. Todos viviendo en una misma casa, Iglesia peregrina de Dios. Todos prendidos en una misma suerte, ligados a la misma salvación. Somos un cuerpo y Cristo es la Cabeza, Iglesia peregrina de Dios.
Somos en la tierra semilla
TEMA 8 Jesús nos promete al Espíritu Santo, que nos ayude a vivir nuestro bautismo
OBJETIVO: Reconocer cómo el Espíritu Santo acompañó toda la vida de Jesús, y después de prometernos que también nosotros recibiríamos este mismo Espíritu, es ahora quien se encarga de ayudarnos a vivir nuestro bautismo, para que seamos testigos de que somos cristianos.
NOTAS PEDAGÓGICAS:
- El adolescente piensa más en su cuerpo que en su espíritu. Hay que insistir que nuestra vida no sólo es el cuerpo, sino que también tenemos un espíritu, como lo es Dios.
- A través de ejemplos (los sentimientos, los pensamientos y la voluntad nos comprueban que tenemos espíritu), que el adolescente descubra la importancia de su espíritu, a través del cual se expresa el Espíritu Santo. Si el adolescente no valora su espíritu, no tomará en serio la presencia del Santo Espíritu en su vida.

VEAMOS: Todos recordamos alguna promesa que nuestros padres u otras personas mayores nos hicieron cuando éramos niños (en este momento, catequista y catequizandos, pueden compartir alguna experiencia).Nosotros les creíamos que la iban a cumplir, porque eran nuestros padres y les teníamos confianza de que nos cumplirían. Les creímos porque sabíamos que nos querían. Estábamos seguros de que sus promesas no eran falsas. Confiamos en que tenían la capacidad de hacerlo.
Podemos recordar también alguna ocasión en la que desgraciadamente nos prometieron algo y no nos cumplieron (de nueva cuenta, catequista y catequizandos pueden compartir en este momento alguna experiencia negativa).

PENSEMOS: Jesucristo, cuando pasó por este mundo, también nos hizo una promesa a todos los que creyéramos en él, que recibiríamos al Espíritu Santo (ver Jn. 14,16-17.26; 15,26-27; 16,7-8.12-25). Hizo esta promesa basado en dos cosas: lo. Que este Espíritu Santo lo había acompañado a lo largo de toda su vida, desde el momento de su concepción en el seno de la Virgen María (porque ella quedó embarazada de Jesús gracias al Espíritu Santo), hasta el momento de su resurrección y ascensión al cielo, ya que fue este Espíritu el que lo resucitó. Dice San Gregorio Nacianceno que el Espíritu condujo a Jesús a Galilea para realizar milagros y lo acompaña, y después de subir al cielo, toma el lugar de Jesús (Discursos XXXI, 29).
Antes de que naciera Jesús, el pueblo de Israel no conoció suficientemente al Espíritu Santo, aunque esto no quiere decir que no existía. Al contrario, sabemos que era él quien inspiraba a los profetas, por ejemplo, para que hablaran en nombre de Dios. Pero es ahora cuando se nos da a conocer (ver CIC 686).
La primera manifestación pública del Espíritu de Dios la encontramos en el Bautismo de Jesús, donde se apareció en forma de paloma (ver Lc. 3,21-22). Toda la actividad de Jesucristo es guiada por la fuerza del Espíritu Santo. Jesús ya tenía un plan específico qué cumplir, por obediencia a su Padre, que lo podemos llamar PLAN DE SALVACION. Forma parte de este plan de salvación, el que nos haya prometido al Espíritu Santo (ver Jn 15, 26) para continuar en el mundo la obra que él había comenzado.
Ahora bien, ¿cuándo recibimos nosotros al Espíritu Santo? En nuestro Bautismo, de manera semejante al bautismo de Jesús, cuando se dio a conocer visiblemente el mismo Espíritu (ver CIC 683). Es ahí donde renacimos del agua y del espíritu para poder entrar en el Reino de Dios (ver Jn 3, 5). Y a partir de ese momento, también podemos decir que vive en nosotros el Espíritu Santo. Es más, somos llamados "templos del Espíritu Santo", para subrayar la presencia de la tercera Persona de la Santísima Trinidad en nuestra vida.
Así como con Jesús, que toda su actividad fue guiada por la fuerza del Santo Espíritu, así nosotros, que recibimos el Bautismo, somos acompañados en nuestra vida por este Espíritu. Pero se necesita nuestra colaboración. De otra forma, el Espíritu del Señor no puede hacer nada en nosotros, aunque nos hayan bautizado. Por lo tanto, debemos dejarnos acompañar por el Espíritu Santo en nuestra vida. Sólo así podremos vivir nuestro Bautismo, es decir, dar testimonio de que somos cristianos, actuar como cristianos, no como si no hubiéramos sido bautizados.
Necesitamos la presencia del Santo Espíritu en nuestra vida para ser testigos de nuestras creencias cristianas católicas, y no sólo para eso, sino para poder decir: Jesús es Señor (ver 1 Co. 12,3) y para conocerlo (ver CIC 687). Cada vez que nosotros nos comportamos como hijos de Dios, es una manifestación del Espíritu Santo que habita en nosotros, pero también damos testimonio de que existe este Espíritu. Aunque no lo vemos, debemos dejar que se manifieste a través de nuestras acciones. Es la mejor forma de cumplir con nuestro compromiso de bautizados.

ACTUEMOS: Hemos dicho que Dios tenía un plan de salvación para todos los hombres; este plan lo llevó a cabo Jesucristo, y ahora el Espíritu Santo que habita en los cristianos quiere llevar adelante este mismo plan divino. Ahora bien, nosotros que nos estamos preparando para recibir el sacramento de la Confirmación, qué mejor compromiso que conocer este plan de salvación de Dios que está escrito desde el Antiguo Testamento. Nuestro primer compromiso puede ser el leer la Sagrada Escritura.
El segundo compromiso está relacionado con el anterior: tener también nosotros un plan de vida que manifieste la presencia del Espíritu Santo en nuestra vida. Cada acción que yo haga y que sirva para el provecho personal legítimo o de los demás, es una expresión visible del Espíritu del Señor en nuestra vida y de que soy un bautizado responsable. Es así como se mejora la sociedad y al mismo tiempo construyo el Reino de Dios aquí en la tierra.

CELEBREMOS: Vamos a hacer la siguiente oración: Hermanos y hermanas, la espera de la venida del Espíritu Santo el día de nuestra Confirmación, nos debe abrir el corazón y la mente para recibir sus dones. Presentemos al Padre nuestra súplica.
R/ Manda tu Espíritu a renovar la tierra.
Para que la comunidad que formamos se renueve, convencidos los que la formamos de que hay que ser fieles a Dios, oremos:
R/
Para que los que sufren en su cuerpo o en su espíritu lleguen, con nuestra ayuda, a experimentar el apoyo del Espíritu Santo Consolador, oremos: R/ Para que cuantos buscan la verdad reciban del Espíritu Santo la alegría de encontrarla en Cristo Jesús, oremos:
R/
Para que aprendamos a hacer oración y a practicarla, para que podamos ser colmados de la fuerza que viene de lo alto, oremos:
R/

Con tu fidelidad, oh Padre, nunca decepcionas a quien te suplica con amor: haznos siempre atentos a las palabras de tu Hijo, para que sepamos gustar siempre en nuestras vidas la presencia del Espíritu Santo. Por Cristo nuestro Señor. Amén.



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