Reflexión: Juan 14,1-6: Aunque en este mundo tengamos que padecer muchos males y nos sintamos con miedo y angustia, debemos recordar siempre que esto es pasajero; que nuestro verdadero lugar permanente es junto al Padre en el Cielo, lugar que Jesús nos está preparando a través de las tribulaciones que padecemos en este mundo. Por eso, debemos confiar en Jesús, que es Dios, y que nos está preparando la morada definitiva y en la cual debemos pensar frecuentemente para tomar fuerzas en este caminar terreno y lleno de espinas. Pidamos a la Santísima Virgen la gracia de tener una firme esperanza y pensar a menudo en la gloria que nos espera junto al Padre Eterno en el Cielo.
Jesús, María, os amo, salvad las almas.
Comentario al evangelio de Juan, 14,2 26/04/2013
“Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”
Cristo es al mismo tiempo el camino y el término: el camino en función de su humanidad, el término en función de su divinidad. Así pues, según es hombre dice: “Yo soy el Camino” y según es Dios añade: “la Verdad y la Vida”. Estas dos palabras dicen muy claramente el término de este camino, porque el término de este camino, es el fin del deseo humano... Cristo es el camino para llegar al conocimiento de la verdad, puesto que él mismo es la verdad: “Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad” (Sal. 85,11). Y Cristo es el camino para llegar a la vida, puesto que él mismo es la vida: “Me enseñarás el sendero de la vida” (Sal 15,11)...
Si buscas por donde pasar, agárrate a Cristo, puesto que él mismo es el camino: “Es el camino, síguele” (Is 30,21). Y san Agustín comenta: “Camina siguiendo al hombre y llegarás a Dios”. Porque es mejor cojear a lo largo del camino que andar a grandes pasos fuera del camino. El que cojea durante el camino, aunque no adelante mucho, se acerca al término; pero el que anda fuera de camino, cuanto más valientemente corre, tanto más se aleja del término. Si buscas a dónde ir, únete a Cristo, porque Él en persona es la verdad a la cual deseamos llegar: “Es la verdad que mi boca medita” (Pr 8,7). Si buscas dónde permanecer, únete a Cristo porque él en persona es la vida: “El que me encuentre encontrará la vida” (Pr 8,35). A lo largo de todos estos textos del evangelio según san Juan que leemos en este tiempo de Pascua, está presente la promesa de la vida eterna. Pero no solo como una promesa que se cumplirá "después", "al final", sino también como un anticipo que hoy nos hace caminar con confianza. Jesús habla de la casa del Padre, hacia la cual nos dirigimos. Y nos presenta el sendero seguro para transitar: Él es el camino.
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