La existencia de una deuda externa que
asfixia a muchos pueblos del Continente americano es un problema complejo. Aun
sin entrar en sus numerosos aspectos, la Iglesia en su solicitud pastoral no puede ignorar
este problema, ya que afecta a la vida de tantas personas. Por eso, diversas
Conferencias Episcopales de América, conscientes de su gravedad, han organizado
estudios sobre los mismos y publicados documentos para buscar soluciones
eficaces. Yo he expresado también varias veces mi preocupación por esta situación,
que en algunos casos se ha hecho insostenible.
En la perspectiva del ya próximo Gran
Jubileo del año 2000 y recordando el sentido social que los Jubileos tenían en
el Antiguo Testamento, escribí: "Así, en el espíritu del Libro del
Levítico (25, 8-12), los cristianos deberán hacerse voz de todos los pobres del
mundo, proponiendo el Jubileo como un tiempo oportuno para pensar entre otras
cosas en una notable reducción, si no en una total condonación, de la deuda
internacional que grava sobre el destino de muchas naciones" (TMA, n. 36).
(La Comunidad
Internacional , François-Xavier Nguyên Cardenal Van Thuân,
Antología de Textos realizada por la Comisión de Justicia y Paz)
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