...Y LA
LUCHA CONTINÚA
Esta es la segunda parte de un
testimonio que marcó mi vida de una forma extraña; sin haber podido lograr la
externación, habiendo logrado apenas una rehabilitación parcial, sigo luchando
por sobrevivir a como de lugar buscando todos los medios, he soportado en el camino algunos desengaños y muchas
alegrías. Aún me queda mucho trabajo que hacer para estabilizar mi quebrantada
salud (entre ello dejar de
fumar); pero de algo no puedo desvincularme aún, y es el hecho de haber visto a
la muerte tan cerca, tan dolorosamente cerca, no creo que de ello pueda dejar
de pensar nunca mientras viva.
Ya habiendo logrado caminar,
no sin ayuda artificial (dependo del bastón para lograr alguna autonomía), y ya
sin tener a mi lado a Julio
Legua Robles, quien fue trasladado a otra sala, empecé a recibir el apoyo de la
mayoría de los enfermeros sala.
Entre ellos Alicia Portado, Mónica Ortiz y Sandra
Martín a veces pareciera que discutimos y nos peleamos no es tan así, de
quienes no sólo recibí el aliento necesario para seguir soportando la situación
sino que como ejemplo de Alicia Portado se encargaba muchas veces los elementos
necesarios que me hicieran falta al igual que a los otros pacientes, ganándose
el bien merecido mote de arpía ya que tenía que pelearse con quien hiciera
falta para lograrlo.
De Mónica Ortiz se puede decir algo similar, ya que es
capaz de pelearse con cualquiera cuando a un paciente de sala se le falta el
respeto o es tratado indebidamente, capaz de pelearse incluso con sus
compañeros y ganarse así el mote de bruja (si ambas se enterasen del porque de
dichos motes me estrangulan), Sandra Martín quien fuera en plena noche a darme
la bienvenida la primera noche de mi llegada(gentileza que no se debería
olvidar), en muchas noches de insomnio con quién solía conversar, aconsejándome
y preocuparse por mi estado.
Fueron las que
principalmente me dieron fuerza para seguir adelante. Con el tiempo trasladan a
la sala a Jaquelín Chiamura, otra enfermera que también se merece cierto
respeto, al principio no llegábamos a entendernos por no conocernos bien, pero
con el correr del tiempo al conocerla mejor, casi la tomo por mi protegida
contra el abuso de algún zarpado de sus compañeros que no quiero nombrar por
ser de aquellos que no valen la pena ser tenido en cuenta.
Prontamente Jaquelín muestra sus verdaderas hilachas
demostrando ser capaz de seguir el ejemplo de Julio Legua Robles, tomando a
otro paciente para ayudarlo a rehabilitarse, debo aclarar que Jacki (como
solemos llamarla cariñosamente) es de extracción protestante, pero demuestra en los hechos que tiene el mismo
criterio católico de lo que debe ser un verdadero cristiano al ayudar a otros
en sus necesidades, lo cual demuestra que la convivencia es posible a pesar de
nuestras diferencias religiosas.
Claro que no debo de dejar de nombrar a Concepción
Gamarra, Ricardo Fernández y Jovita Villacrez que sin la ayuda de ellos los
antes nombrados poco y nada podrían hacer, ya que en las tareas generales, se
ocupan de la mayor parte, dejándolos en parte con las manos libres, sin que por
ello, las antes mencionadas se desliguen de sus obligaciones, quedan por
nombrar otros enfermeros que por serme caras nuevas aún no sé cómo catalogarlos
al no tener base para definirlos todavía.
Todo ello bajo el estricto mando de Pedro Durán Jefe
de sala de enfermería, una persona muy estricta en lo que se refiere al
cumplimiento de las obligaciones, y quién mejor fue el que organizó a la sala,
alguien en quien se puede apoyar y pedir consejo en todo momento, siempre que
haga falta.
Aunque en la vida cotidiana dentro de la institución;
casi desde el principio, se me entabla una cuestión de convivencia con algunos
inadaptados; algunos, pacientes que se han dado por vencidos, que no han sabido
encontrar nuevamente la razón de vivir; otros, personal de la institución, que
personalmente los catalogo como verdaderos inadaptados, que piensan que por
tener un cargo dentro de la institución piensan que pueden hacer lo que
quieren.
Una cosa que debo
lamentar es haber puesto mi confianza en personas que en su momento creí que eran dignas, que luego
resultaron ser de llevarse de cuentos y mentiras de gentes de poco fiar, tal es
el caso de la
Licenciada Liliana Oliva a quien creía más inteligente como
para llevarse de cuentos. También están el personal del servicio social que
cuando realmente los necesito poco y nada puedo depender de ellos y casi todo
debo rebuscármela yo solo en lo que sea.
Esto me genera un conflicto, porque en momentos de
soledad y silencio pienso en porque habré sobrevivido a la enfermedad que me
obligó a internarme. Incógnita a la que aún no he encontrado repuesta.
Realmente la vida es bastante difícil en todos los órdenes y ruego a Dios Padre
celestial que me ilumine y me guíe en el sendero a seguir de aquí en adelante.
Yo sigo pensando y actuando con mi política de siempre frente a aquellos que no
saben actuar como corresponden y es ignorarlos por completo debido a que no
merecen ser tenidos en cuenta.
Pedernera
Héctor
D.N.I:
12.823.440
PD: * Se refiere a una autobiografía de Kail Chesmann,
condenado a muerte por un crimen que no cometió, y lucho durante 10 años por
cambiar esa sentencia.
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