Reflexión: Los fariseos y escribas ponen a prueba a Jesús porque si Él decía que se debía dejar ir a la mujer, iba contra la ley de Moisés; y si Él decía que había que apedrearla, lo hubieran acusado de crueldad. Por eso Jesús da esa maravillosa respuesta y, dicen los estudiosos de las Sagradas Escrituras que Jesús escribía en el suelo los pecados de los que estaban presentes acusando a la mujer, por eso al verse descubiertos se fueron retirando, y primero los más ancianos, los más endurecidos en el pecado. El único que podía arrojarle piedras con justicia era Jesús porque Él no tiene pecado. Pues bien, Él no se las arrojó y además la perdonó. Por eso debemos aprender de Jesús a ser misericordiosos y a perdonar. El Evangelio es de una claridad pasmosa. Por un lado expone cual es el proceder de Dios con un pecador que se arrepiente. En segundo lugar deja en claro la contradicción humana: Casi con certeza, los que la querían apedrearla habían comprado sus servicios. cuando Jesús habla, todos dejan las piedras en el suelo "empezando por los más ancianos", es decir, por los que más pecado tenían acumulados. Fue necesario que Dios saliera en defensa del ser humano. Somos pecadores, muy pecadores algunos. Pero el amor tiene más fuerza. La mujer adúltera pecó, ciertamente.Los que la querían apedrear también. Jesús le dijo a la mujer "yo no te condeno. Vete en paz". Lo mismo nos dice hoy a nosotros. Que tengamos paz y que evitemos el pecado. Sabemos por los datos históricos que en época de Jesús, ya no se aplicaba la pena de muerte por adulterio. Por lo tanto, ¿qué buscaban estos escribas y fariseos? ¿Qué trampa querían ponerle a Jesús? Los habrá sorprendido la respuesta: Jesús equipara el pecado de esta mujer a cualquier pecado de esos varones. Nos obliga a todos a mirarnos y hacernos responsables de nuestros actos. Y proclama el amor misericordioso de Dios, que está dispuesto a perdonar cualquier tipo de pecado y que, con su perdón, nos manda a vivir una vida nueva.
Pidamos a la Santísima Virgen la gracia de no juzgar y condenar, pues con la vara con que midamos, seremos medidos nosotros en el Juicio. Jesús, María, os amo, salvad las almas.
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