Martes 05
Febrero 2013
Martes de la
cuarta semana del tiempo ordinario Santa Águeda
Leer el
comentario del Evangelio por San
Ambrosio: “¡A ti te lo digo, levántate!”
Lecturas
Hebreos 12,1-4.
Por lo tanto, ya que estamos rodeados de una verdadera nube de testigos, despojémonos de todo lo que nos estorba, en especial del pecado, que siempre nos asedia, y corramos resueltamente al combate que se nos presenta.
Lecturas
Hebreos 12,1-4.
Por lo tanto, ya que estamos rodeados de una verdadera nube de testigos, despojémonos de todo lo que nos estorba, en especial del pecado, que siempre nos asedia, y corramos resueltamente al combate que se nos presenta.
Fijemos la
mirada en el iniciador y consumador de nuestra fe, en Jesús, el cual, en lugar
del gozo que se le ofrecía, soportó la cruz sin tener en cuenta la infamia, y
ahora está sentado a la derecha del trono de Dios.
Piensen en aquel que sufrió semejante hostilidad por parte de los pecadores, y así no se dejarán abatir por el desaliento.
Después
de todo, en la lucha contra el pecado, ustedes no han resistido todavía hasta
derramar su sangre. Piensen en aquel que sufrió semejante hostilidad por parte de los pecadores, y así no se dejarán abatir por el desaliento.
Marcos 5,21-43.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el
comentario del Evangelio por San
Ambrosio (v. 340-397), obispo de Milán y doctor de la Iglesia
Comentario
al evangelio de Lucas, 6, 60-63; SC 45
“¡A ti te lo
digo, levántate!”
Antes de
resucitar a la niña, para suscitar la fe de la gente, Jesús comienza por
curar a la mujer aquejada de flujo de sangre. Este flujo cesa para
nuestra instrucción: cuando Jesús se acerca a la mujer, ésta ya queda curada.
Lo mismo,
para creer en nuestra vida eterna celebramos la resurrección temporal
del Señor que siguió a su pasión... Los criados de Jairo que le dicen
“no molestes al Maestro”, no creen en la resurrección anunciada en la Ley
y realizada en el evangelio. Así, cuando Jesús llega a la casa, lleva consigo
a pocos testigos de la resurrección que va a realizar: en un principio
no ha sido la multitud la que ha creído en la resurrección. La gente se
mofaba de Jesús cuando declara: “La niña no está muerta, duerme”.
Los que no
creen se mofan. Que lloren, pues, a sus muertos los que creen que están
muertos. Cuando se cree en la resurrección, no se ve en la muerte un
final sino un descanso...
Y Jesús,
tomando a la niña de la mano, la cura; luego les dice que le den de
comer. Es un testimonio de la vida para que nadie crea que se trata de
una ilusión sino que es la realidad. ¡Feliz la niña a quien la Sabiduría
toma de la mano! Quiera Dios que nos tome también de la mano en nuestras
acciones. Que la Justicia sostenga mi mano; que el Verbo de Dios la tome,
que me introduzca en su intimidad y aparte mi espíritu de todo error y me salve.
que me introduzca en su intimidad y aparte mi espíritu de todo error y me salve.
Que me dé de
comer el pan del cielo, el Verbo de Dios. Esta Sabiduría que ha puesto
sobre el altar los alimentos del cuerpo y de la sangre del Hijo de Dios
ha declarado: “Venid a comer de mi pan, a beber el vino que he mezclado”
(Prov. 9,5)
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