EL SUEÑO DE MI MADRE
Hola, amigo, ¿Qué tal te van las cosas? He pensado mucho en ti estos días, pues ya sabes que somos amigos, al menos así me considero yo. Y los amigos tienen siempre muy presente a las personas queridas. Acaba de empezar la Iglesia, mi querido Pueblo, la celebración de un tiempo precioso llamado ADVIENTO. Pretende ser una preparación espiritual para la Navidad, la FIESTA DE MI CUMPLEAÑOS. Me hace ilusión celebrar cada año aquel día en que nací en un pobre establo de Belén. Mal están las cosas ahora por aquella tierra tan querida. Tal voy en estos tiempos no podría nacer en el mismo lugar. ¿Por qué costará tanto vivir en paz? Entre otras cosas, porque cuesta mucho perdonar. Pero Yo quiero seguir celebrando mi cumpleaños. Mejor aún, quiero seguir naciendo en cada corazón, en el tuyo también. Y celebrar junto el primer año, el primer momento de mi encuentro con los hombres cada día.
Cuentan una historia sobre un sueño que tuvo mi Madre María. Me ha hecho gracia. Dice así:
José, anoche tuve un sueño muy extraño, como una pesadilla. La verdad es que no lo entiendo. Se trataba de una fiesta de cumpleaños de nuestro Hijo. La familia se había estado preparando por semanas decorando su casa. Se apresuraban de tienda en tienda comprando toda clase de regalos. Parece que toda la ciudad estaba en lo mismo porque todas las tiendas estaban abarrotadas. Pero algo me extrañó mucho: ninguno de los regalos era para nuestro Hijo.
Envolvieron los regalos en papeles lindísimos y les pusieron cintas y lazos muy bellos. Entonces los pusieron bajo un árbol. Si, un árbol, José, ahí mismo dentro de su casa. También decoraron el árbol; las ramas estaban llenas de bolas de colores y ornamentos brillantes. Había una figura en el tope del árbol. Parecía un angelito. Estaba precioso.
Por fin, el día del cumpleaños de nuestro Hijo llegó. Todos reían y parecían estar muy felices con los regalos que daban y recibían. Pero fíjate José, no le dieron nada a nuestro Hijo. Yo creo que ni siquiera lo conocían. En ningún momento mencionaron su nombre. ¿No te parece raro, José, que la gente pase tanto trabajo para celebrar el cumpleaños de alguien que ni siquiera conocen? Me parecía que Jesús se habría sentido como un intruso si hubiera asistido a su propia fiesta de cumpleaños.
Todo estaba precioso, José y todo el mundo estaba tan feliz, pero todo se quedó en las apariencias, en el gusto de los regalos. Me daban ganas de llorar que esa familia no conocía a Jesús. ¡Qué tristeza tan grande para Jesús - no ser invitado a Su propia fiesta! Estoy tan contenta de que todo era un sueño, José. ¡Qué terrible si ese sueño fuera realidad!
Este es el sueño de Mi Madre. Por desgracia es verdad que muchos reducen la Navidad al adorno de un árbol y al intercambio de regalos. Es verdad que parea un número considerable de familias Yo no cuento nada en la Noche Buena, ni el día de Navidad. Me da pena por ellos, porque no celebran nada. Yo lo único que se me ocurre repetir es aquello que dije en la Cruz: PADRE, PERDÓNALOS QUE NO SABEN LO QUE SE HACEN. Pero tú, amigo mío, sí sabes lo que debes hacer. Tú comprendes bien mis sentimientos. Y no puedes sumarte a esa muchedumbre que sólo ve en la Navidad una ocasión más para divertirse. Yo cuento contigo para pasarlo bien juntos. Te invito a mi cumpleaños, a mi Nacimiento hoy. Pero debes prepararlo en este tiempo de Gracia que ha comenzado. Los que no quieran entenderlo, que lo celebren a su manera. Pero que haya paz en la tierra entre todos los hombres de buena voluntad. Y tú, Madre mía, piensa que tal vez ese sueño no es realidad, y sigue soñando en que tengo muchos amigos que me quieren. Yo así lo siento de verdad. ¡Ojalá Navidad sea de verdad Noche de Paz y Día de Familia que unida por el Amor!
Jesús
Por la trascripción: Juan García Inza;
juangainza@hotmail.com
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