La fe salva y cura enfermedades: Por Pbro Aldo Ranieri
Bienaventurados los que saben que Dios los quiere y quiere que se quieran... sanos; ayer, hoy y mañana.
La liturgia del Evangelio de hoy dice que la gente acudía a Jesús "por las señales que realizaba en los enfer-mos". Este tema ya lo vimos, hace unos domingos, con el jefe de la sinagoga Jairo, donde se vió que solo la fe salva es también capaz de curar las enfermedades y la muerte. Juan identifica esa fe que salva con la fe no solo en la palabra, sino también en la eucaristía. La lectura del libro de Reyes nos introduce con un milagro del profeta Eliseo. Es un profeta de los años 850 a.C que no dejó ningún libro. Fué famoso por sus milagros y su figura fue arropada de leyenda. La lectura de hoy parece simplemente una anticipación de la del evangelio, sin embargo, hay un indicio interesante. Un hombre le lleva al profeta no un pan, sinó "primicias de pan". La expresión indica que eran destinadas al culto (deut: 26, 2), y el profeta ordena de dárselas más bién para alimentar a los discípulos. Un cambio atrevido que nadie objetó sólo por la autoridad del profeta. También Jesús en el evangelio hace un cambio atrevido: La gente viene a buscar la salud del cuerpo y Jesús le da de comer un pan que nadie le había pedido. Sin embargo nadie se queja. Juan habla a sus lectores: Nadie se queja del cambio, porque ese pan es capaz de salvar el alma y el cuerpo, es decir al ser humano en su integridad. En el Levítico ese pan era un memorial de la comunión entre Dios y su pueblo, una cosa "sacratísima" (Lev: 24, 5-9) El pan eucarístico es también un memorial, el de su muerte y bsu resurrección.
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